Las novatadas, una 'broma' en extinción

Los directores de colegios mayores públicos y privados, así como los estudiantes que viven en ellos, coinciden en que esta práctica apenas tiene eco ya en Aragón.

Escena de 'Novatos' en la que un veterano humilla a un recién llegado.
Las novatadas, una 'broma' en extinción
P. A.

Será por falta de interés, por el férreo control de las residencias o, simplemente, porque los jóvenes aragoneses son más conscientes. Pero todo parece indicar que las novatadas, entendidas como actos vejatorios, son historia en nuestra Comunidad. Al menos, eso mantienen los directores y los residentes de los colegios mayores públicos y privados de Aragón.


Amparada en un nombre ficticio, Elena vive en el colegio mayor Santa Isabel de Zaragoza desde que comenzó la carrera, hace cuatro años. Comenta que "los medios de comunicación han publicado cuatro casos de novatadas brutales y ahora la gente relaciona el término con violencia, cuando esto es erróneo". Dice incluso sentirse ofendida, ya que en este centro se realizan pequeñas bromas, y de forma voluntaria, pero solo buscando la integración del recién llegado. "Los veteranos tanto de mi centro como del Pedro Cerbuna –los dos dependientes de la Universidad de Zaragoza– nos tomamos las novatadas como una mera jornada de integración donde, como es lógico a nuestra edad, hay alcohol de por medio". El proceso, explica, suele durar tres días. "En el primero, pedimos a los nuevos que se pongan en fila y se presenten uno por uno; en el segundo, les decimos que se disfracen y organicen un baile para nosotros, y en el tercero, preparamos una fiesta en la residencia en la que nombramos al novato y a la novata de honor", cuenta. Por supuesto, detalla, "solo participan aquellos que quieren; no obligamos a nadie. ¿Es eso maltratar? Yo lo veo como una forma de integrarles rápido en la pequeña familia que formamos", reflexiona.


Desde hace una década, los directivos de estos centros han tomado cartas en el asunto. José Luis Múzquiz, coordinador de los colegios mayores de la Universidad de Zaragoza, comenta que, en el inicio de cada curso, los veteranos son advertidos de que "la realización de este tipo de actos, ya sea dentro o fuera de las instalaciones, supone su expulsión inmediata de las instalaciones. Incluso les prohíbo la palabra novatada", dice. Además, para asegurar el bienestar de los recién llegados, Múzquiz habla con cada uno de ellos, además de adjudicarles un veterano para que vele por su correcta adaptación en la residencia.


Las novatadas, según explica, "no suponen un problema en ninguna de las tres provincias de Aragón. Me consta, porque los directores de los centros residenciales aragoneses nos reunimos cada año para mejorar la calidad de nuestros servicios y, entre otros temas, hablamos de este". Los últimos "actos vandálicos" que se produjeron en nuestra comunidad, recuerda, "ocurrieron hace veinte años en el Cerbuna. Desde entonces, quizá por la visibilización de las consecuencias que estas acciones han provocado sobre las víctimas, los jóvenes se han concienciado". No obstante, denuncia que "ese control no existe en muchos otros centros fuera de nuestro territorio, como en Madrid, donde, además, la tradición está mucho más arraigada". María Mateos, zaragozana de 22 años, confirma la posición de Múzquiz. Se mudó a la capital española en 2011 para cursar un doble grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual y, en estos cinco años, dice haber visto "auténticas barbaridades". "No las he sufrido en primera persona, pero cuando he acudido a fiestas de otros centros en estas fechas he presenciado cómo los veteranos apagaban sus cigarros en el brazo de un novato, cómo le daban patadas o cómo le obligaban a beber alcohol; novatadas que no son novatadas y que no tienen nada que ver con lo que se hace en Zaragoza", lamenta. Ha conocido incluso a "jóvenes de apenas 18 años que fueron forzados a beber tanto que entraron en coma etílico y permanecieron ingresados en el hospital". Loreto González, presidenta de ‘No Más Novatadas’, advierte de que las denuncias que recibe esta asociación "se cuentan por miles", sobre todo en los meses de septiembre y octubre, cuando comienza el curso académico, y matiza que los que llaman son siempre madres o amigos de los afectados. "Los jóvenes sometidos a novatadas piensan que es una deslealtad denunciar, ya que es algo aceptado en la sociedad". En su opinión, "nunca conseguiremos su erradicación hasta que el Gobierno central no adopte acciones legales, y parece que no hay demasiada intención política; ni siquiera el Código Penal español contempla el término novatada", dice. "Es fundamental que España imite a países como Francia, donde incluso existe un comité nacional contra las novatadas, o Estados Unidos, cuya ley prohíbe estos actos", concluye.

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