“Mi abuelo salvó a judíos en el coche cama en Canfranc”

Julián Romero desvela que su abuelo, conductor de Wagon Lits, escondía a personas que huían de la II Guerra Mundial. En Madrid los apoyaba la Embajada británica.

Fotografía en la que aparecen Anastasio Romero Herranz –abajo a la derecha–, y su hijo Julián –en la fila de arriba–. Ambos fueron conductores de Wagon Lits, una compañía belga que se fundó en 1876 y que prestaban servicio alojamiento en trenes europeos.
Fotografía en la que aparecen Anastasio Romero Herranz –abajo a la derecha–, y su hijo Julián –en la fila de arriba–. Ambos fueron conductores de Wagon Lits, una compañía belga que se fundó en 1876 y que prestaban servicio alojamiento en trenes europeos.
Familia Julián Romero

Canfranc recibía todos los días en los años 40 un tren que llevaba un coche cama de la compañía Wagon Lits que hacía un viaje de noche para los pasajeros del convoy procedente de París que conectaban con los destinos de Madrid y Lisboa. Julián Romero Martín había conocido de niño la estación de Canfranc porque su padre, que se llamaba como él, y su abuelo Anastasio Romero Herranz (residentes en Madrid), habían sido conductores de Wagon Lits y se lo habían enseñado de chaval. "Mi padre siempre dijo que era la estación más bonita de las que había estado", recuerda. Hace unos días, el abogado Julián Romero repitió el viaje desde Benicasim y participó en la visita guiada del vestíbulo en un viaje que tenía otro sentido. Su padre le había desvelado el secreto de la familia y él lo contó a HERALDO. "Mi abuelo salvó a bastantes judíos escondiéndolos en el vagón de Wagon Lits. Viajaban con documentos falsificados desde Canfranc hasta la estación del Norte en Madrid, donde los recibía personal de la Embajada británica y los llevaban al hotel Ritz. Luego subían al tren Lusitania Express en la estación de Delicias para hacer el último viaje de Madrid a Lisboa", explicó Romero.


Los coches cama Wagon Lits eran los modelos S-1 o S-2, que se construían en Francia y se utilizaban también en España y Portugal. "Tenían muchos recovecos en esos vagones para meter sábanas u otras cosas porque hasta se utilizaban para hacer estraperlo de piezas de los trenes en Canfranc", apunta Carlos Abadías, vicepresidente de la Asociación Zaragoza de Amigos del Ferrocarril y de Tranvía (Azaft). "Los ferroviarios que llevaban ese tren nocturno dormían por la mañana en el cuarto de los agentes situado en el ala izquierda de la estación", señala.


Esos vagones que tenían departamentos para dormir se unían a trenes expresos y viajaban por la noche entre Madrid y Canfranc. Cuando llegaban a la estación pirenaica, el contacto que tenían era la limpiadora que aseaba los departamentos y le comunicaba a Anastasio Romero las personas que iban escondidas.


Invitar a desayunar a los nazis


"Los soldados alemanes de las SS (llegaron en noviembre de 1942 a Canfranc y estuvieron hasta el verano de 1944) entraban a los trenes para vigilar el pasaje", detalla Julián Romero. "Vigilaban más los vagones que son de segunda y tercera clase, pero cuando llegaban al Wagon Lits (de primera) mi abuelo les invitaba a desayunar para disimular, les decía que iba vacío y así no podían descubrir a esos judíos", agrega.


Con la llegada de los nazis a la estación de Canfranc –por donde huyeron miles de personas entre 1940 y 1942– se multiplicaron las detenciones: 272 presos estuvieron retenidos en la Torre del Reloj –la cárcel en Jaca– y acabaron en el campo de concentración de Miranda de Ebro.


Romero se conoce ese vagón casi de memoria y describe que había una parte usada como carbonera para calentarlo. "Mi abuelo llegó a meter en la carbonera niños judíos. No tenía miedo de lo que hacía, aunque se jugaba la vida", reconoce el nieto e hijo de conductores de Wagon Lits, compañía que aún lleva viajeros entre Lisboa y Madrid.

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