Sefardíes, el regreso de los judíos aragoneses

Esta semana se hacía eco HERALDO del proceso que sigue la norteamericana Jessica Duarte Zaragoza para obtener la doble ciudadanía española. Quiere regresar a Jaca, ciudad que sus antepasados tuvieron que abandonar en 1492, tras el decreto de expulsión de los judíos de la Corona de Aragón. No es la única que sueña con volver; judíos originarios de Daroca, Zaragoza o Calatayud han iniciado los trámites

Un éxodo les llevó por todo el mundo
Un éxodo les llevó por todo el mundo

Jessica Duarte Zaragoza es nortamericana, pero sueña con vivir en Jaca, la tierra de sus antepasados. La familia de Jessica formó parte de Aragón desde los inicios de la Reconquista, pero se vio obligada a dejarlo todo y emprender el exilio cuando en 1492 se aprobó el decreto de expulsión de los judíos. El apellido Zaragoza no es casual, pues muchos de los judíos aragoneses que fueron expulsados mantuvieron su memoria añadiendo a su nombre el lugar de procedencia. Así, hay sefardíes que se apellidan Zaragoza o Zaragozano, de Teruel, el Oscense, Aragonés, Calatayud..., que conocen así su origen. Apellidos que forman parte del listado publicado por el Gobierno de España en su decreto de 2015 que concede la nacionalidad española a los descendientes de los judíos originarios de España (sefardíes) que fueron expulsados en 1492. Jessica Duarte Zaragoza es una de los muchos sefardíes que han iniciado el proceso, "un gesto que tiene una gran trascendencia, porque es necesario para los aragoneses poner en valor a esas personas que fueron obligadas a dejar sus casas y sus negocios. Pero también es muy importante para esos descendientes, que podrán recuperar su memoria. Para un judío, el olvido es una forma de morir", destaca Miguel Ángel Motis, doctor en Historia y Derecho, y profesor de la Universidad de San Jorge, en Zaragoza. "Se están realizando esos procesos de nacionalización de una manera muy discreta -destaca Motis-, muy pocos quieren hablar. Pero ya han contactado conmigo familias de todo el mundo que sueñan con pisar como españoles Daroca, Calatayud o Zaragoza. Sus ciudades de origen".


La expulsión de los judíos de 1492 supuso la salida obligatoria de más de 50.000 personas en toda España, "de ellas se calcula que unos 9.000 estaban en Zaragoza, y otros 1.000 repartidos por el Reino de Aragón. Apenas había ya judíos en Barcelona, Valencia o Palma, porque la revuelta antijudía de 1391 había arrasado con las aljamas (barrios) de esas ciudades, y los que no murieron huyeron a Aragón. Aquí gozaban de la protección de los Reyes -explica Motis-. Aún así, y aunque las cifras se actualizaron en 1992 y pasaron de casi 500.000 a esos 50.000 en toda España, y de los 100.000 a unos 10.000 en Aragón, se trata de muchísima gente".LA DIÁSPORA FUE FEMENINA

Asunción Blasco, catedrática del departamento de Historia Medieval de Zaragoza e investigadora de los judíos en el Reino de Aragón, compara el drama humano de la expulsión judía con la crisis de refugiados sirios que presenciamos ahora. "Hubo familias rotas, matrimonios rotos. Y un pueblo que perdió sus raíces y que se vio obligado a vagar por varios países, donde residían temporalmente, antes de ser expulsados de nuevo". Una enorme ruptura porque, como explica Motis, "la opción de convertirse al cristianismo fue adoptada, sobre todo, por los hombres. La diáspora de los sefardíes aragoneses es ante todo femenina. Religión aparte, los hombres tenían la mentalidad típica del aragonés, que da una especial importancia a su casa y su patrimonio. Por ello, la opción de perderlo todo fue más asequible para ellos. La mujer, sin embargo, no tenía ese elemento para renunciar a su fe, y por eso no se marchaban familias enteras, se iban sobre todo las hijas y las esposas".


En la religión judía este hecho es muy importante. Julio Levit, argentino que reside actualmente en Zaragoza, donde realiza un doctorado en Comunicación, señala que "según nuestras creencias la madre es la que da la religión judía. El hijo de una madre judía tiene directamente esa religión". Por ello, todos los hijos de esas mujeres que emprendieron la diáspora mantuvieron esa línea sanguínea judía, además del idioma o las tradiciones. Levit explica que los judíos en la diáspora conservaron varios idiomas: "Por un lado, el hebreo, que es el idioma de los textos sagrados y que se ha mantenido inmutable desde hace miles de años. Y luego están el ladino y el yidis. El primero es esa mezcla entre el español romance y el hebreo; el segundo es parecido al alemán". Durante cinco siglos los judíos mantuvieron sus idiomas de origen y todavía hoy se hablan en muchos hogares. "Sorprende estar con una familia judía, por ejemplo en Estados Unidos, que no habla castellano, y que las niñas a los postres canten una canción en español romance", destaca Asunción Blasco, que en su numerosas estancias en Jerusalén ha podido conocer a muchas personas que conservan el idioma. "Sin embargo ahora corre el riesgo de perderse -advierte Levit-, porque desde la proclamación del Estado de Israel el idioma oficial es el hebreo y el ladino y el yidis han pasado a ser lenguas muertas".DE JUSTICIA


La mayoría de los sefardíes que han solicitado la doble nacionalidad en toda España son de Venezuela, Turquía y Marruecos. Más de 4.300 han acreditado ya ser descendientes "aunque existe una enorme dificultad para que el decreto cumpla su verdadera función, que es resarcir a esas personas que perdieron todo hace cinco siglos", considera Julio Levit. "El 90% de los judíos de todo el mundo no saben cuáles son sus ancestros y desconocen dónde estaban sus familias un siglo atrás. La mía, por ejemplo, sé que vino de Rusia y Lituania, pero mi abuelo ha explicado muchas veces cómo se prohibió en casa hablar del pasado cuando la familia llegó a Argentina a principios del siglo XX". Lo mismo les sucede, en opinión de Levit, a los descendientes de los sefardíes, "que ahora pueden llevar un apellido que aparezca en esa lista que ha facilitado el Gobierno de España, pero eso no significa realmente nada, los apellidos cambian mucho en 500 años".


¿Significará algo el regreso de esos judíos aragoneses? "La mayoría desean obtener la doble nacionalidad, pero eso no significa que vayan a trasladarse a vivir aquí. Tienen ya su vida y sus raíces en los países donde residen", señalan desde la asociación Sefard Aragón. "La gran desgracia es que perdiéramos a esos miles de aragoneses hace ya 500 años -recalca el profesor Miguel Ángel Motis-. Ya no hablamos solo de la expulsión: la Inquisición también cortó las alas a los conversos, y la persecución por la limpieza de sangre en el siglo XVI hizo el resto. Aragón perdió su espíritu tolerante, y la visión internacional. La burguesía aragonesa, que se centró sobre todo en el comercio, hubiera mantenido un espíritu más capitalista e industrial. Pero eso es otra historia".

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