Niños enfermos o alérgicos en campamentos de verano: el reto del autocuidado

Existen campamentos específicos para enseñar a los niños a hacerse cargo de su enfermedad.

Imagen de una edición anterior de la Lilly Diabetes Cup.
Imagen de una edición de la Lilly Diabetes Cup.

Se acerca el verano y con éste la época de los viajes y los campamentos juveniles. A ciertas edades, a muchos padres les cuesta poner el bienestar de sus hijos en manos de otras personas, y más aún cuando se trata de niños que requieren de cuidados o precauciones especiales a causa de alguna alergia o enfermedad.


Los niños con patologías como la diabetes o la hemofilia, o incluso con alergias graves a ciertos alimentos, tienen que mentalizarse desde muy pequeños de que deben prestar mucha atención a determinadas cosas para no poner en riesgo su salud. Los monitores de los campamentos reciben formación en primeros auxilios e incluso aprenden a poner inyecciones de adrenalina por si se topan con algún caso de alergia con riesgo de anafilaxia. Pero, aún así, el niño es quien debe hacerse cargo en primera instancia de su enfermedad y a sus padres, a veces, les cuesta dejarles demostrar que están preparados para ello.


Como un primer paso hacia esa autonomía del niño, la asociación de diabéticos ADE Zaragoza organiza todos los años un campamento de verano específico para chavales con diabetes con el objetivo de enseñarles a gestionar por sí mismos su enfermedad. Según explica José Antonio Sanz, asesor médico de la asociación, el objetivo es preparar al niño para que en el futuro pueda asistir a campamentos normalizados sabiendo cuanta insulina tiene que suministrarse en cada momento en función de sus niveles de glucosa, de lo que va a comer y de las actividades en las que va a participar: "Asumen ellos la diabetes en lugar de sus padres. Aprenden a dosificarse la insulina y a reconocer cuándo están bajos de glucosa y lo que tienen que hacer... Es una educación práctica"


Este campamento se desarrollará este año en la villa de Aísa entre los días 1 y 10 de julio. La asociación oferta cada año 50 plazas y siempre se llenan porque saber que asiste un médico por cada ocho o diez niños inspira a los padres una tranquilidad indiscutible. Por supuesto hacen juegos y excursiones y desarrollan actividades similares a las de cualquier otro campamento. Sin embargo, durante esos días, cada vez que el niño se pincha para medir la cantidad de glucosa tiene a su disposición a un médico para debatir cuánta insulina debería ponerse según las actividades programadas ese día. Además, son los propios niños quienes componen el menú bajo la supervisión del equipo sanitario. Por grupos, deciden qué cantidad se va a comer de cada alimento en base a los hidratos y son ellos los responsables de servir a sus compañeros para aprender a medir las cantidades.


"Esos diez días permiten que el niño interiorice esas dinámicas para que cuando vuelva a casa sea él quien las asuma y facilitan también que los padres vean con normalidad en un futuro que asista a actividades no específicas para personas con diabetes ", expone el asesor médico.

Hemofilia y alergias

Los padres de niños con hemofilia son también unos grandes sufridores. Pensar que cada herida de su hijo puede derivar en algo más grave si no se corta a tiempo la hemorragia pondría los pelos de punta a cualquier progenitor. Antes de participar en campamentos normalizados estos niños tienen que aprender a suministrarse, en caso de herida, la cantidad adecuada del factor de coagulación. En Aragón no existen campamentos específicos pero sí los hay en otras regiones como Murcia o Cataluña. Jesús Molinos, un aragonés de 24 años con hemofilia, ha asistido dos veranos a estos campamentos. Fue al primero cuando tenía doce años y fue allí donde aprendió a pincharse el factor. "Antes lo hacían mis padres o profesores del colegio pero allí me ayudaron a ser independiente y a hacerme cargo yo", expone ahora de adulto.


Para los celiacos existen varios campamentos que se comprometen a dejar el gluten fuera del menú -y de las cocinas-. La Asociación Celiaca Aragonesa pone el listado a disposición de los padres interesados. En todo caso, es importante que la empresa encargada del catering esté certificada por la Federación de Asociaciones de Celiacos de España (FACE). 


En cuanto a las alergias, existen tantas que es imposible que haya campamentos específicos para cada una de ellas. En los casos más graves provocan la obstrucción de las vías respiratorias así que resulta imprescindible que los monitores y responsables médicos tengan toda la información posible sobre los niños con alergias alimentarias para evitar la ingesta de los alimentos que le producen la reacción, así como asegurar que haya siempre a mano inyecciones de adrenalina y personas instruidas para ponerlas. Aún así, gran parte de la responsabilidad recae sobre los hombros del pequeño pues tiene que ser consciente del problema y extremar la precaución. A juicio de Sanz, es a partir de los diez años cuando el niño empieza a estar preparado para ello, aunque matiza que siempre dependerá del nivel de desarrollo de cada uno pero invita a los padres a potenciar la autonomía de sus hijos.

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