Los expertos coinciden en señalar la incertidumbre que rodea a la próxima cita electoral. Se trata de una situación atípica y por ello se desconoce cómo será gestionada por el electorado. Parte de la población no esconde su desencanto con las formaciones políticas tras el fiasco de todas las negociaciones llevadas a cabo desde el 20-D y por lo que supone para el país un 'impass' electoral de más de seis meses de duración. Todo ello dejando a un lado el aspecto económico, que también enciende a la población ya que los nuevos comicios suponen varios millones de gasto extra.

Por ello, es difícil saber si estos ciudadanos emitirán su voto el 26-J o, debido a su hartazgo, ni se acercarán a su local electoral. El pasado mes de diciembre la participación de los españoles en las elecciones se acercó al 75% en el Congreso, mientras que en el Senado se situó en el 73,77%. De acuerdo con los datos oficiales del Ministerio del Interior, en ambos casos la participación creció varios puntos con respecto al año 2011.

El mayor interés de la población en la esfera política se venía advirtiendo desde meses antes porque ya había quedado patente en las autonómicas y municipales de mayo. Incluso, el número de votos nulos y en blanco se situó por debajo del 1%.

Tradicionalmente, la participación en las generales fluctúa entre cita y cita varios puntos porcentuales. Pero dadas las particularidades de las próximas elecciones, casi nadie se atreve a hacer cálculos. Los expertos sí que señalan que la abstención puede repuntar, como también puede hacerlo tanto el voto nulo como el voto blanco. Aunque también admiten que, frente a esa parte del electorado que está desencantada, existen otros que han visto reforzadas sus convicciones en estos meses y, por supuesto, existe el llamado voto militante, que acude a las urnas sean cuales sean las circunstancias.