“La bolsa fue un shock inicial, pero me acostumbré”

La Unidad de Estomaterapia del Clínico, que atiende a pacientes ostomizados, cumple 25 años. Por esta consulta pasan 150 nuevos enfermos cada año.

Una consulta para pacientes y familiares
Una consulta para pacientes y familiares
Guillermo Mestre

A Rafael Giménez, de 37 años, su tumor le llegó sin previo aviso. Solo restos de sangre en las heces y una colonoscopia revelaron que su colon albergaba un tumor de dos centímetros que requirió intervención. La operación trajo consigo una consecuencia añadida, ya que fue necesario practicarle una ileostomía en el intestino delgado y, por lo tanto, colocarle una bolsa para recoger sus necesidades. "Los primeros días son un shock. Es algo que te ponen ahí y a lo que tienes que acostumbrarte, pero la parte positiva es que se consigue", aseguraba ayer Rafael, a punto de recibir el alta una vez que los médicos han reconstruido esa parte del intestino y se ha librado de la bolsa externa después de ocho meses de "convivencia". "Durante este tiempo ha sido fundamental el apoyo de mi familia y de Ángel", reconocía.


Ángel es Ángel Montón, responsable de la Unidad de Estomaterapia del Hospital Clínico de Zaragoza, que se puso en marcha hace 25 años para atender a las personas ostomizadas –bien urológicas o de digestivo– y por la que pasan 150 nuevos pacientes cada año. Pero, ¿qué es un ostomizado? Es aquel portador de un estoma (o nuevo orificio) por donde salen los desechos del organismo (heces u orina), que son recogidos a través de dispositivos o bolsas colectoras.


Precisamente, este drástico cambio en el organismo muchas veces no es fácil de asimilar. Ángel, al frente de la unidad desde sus inicios, reconoce el "impacto" que estos enfermos sufren cuando se les comunica la intervención y la colocación de esta bolsa externa de manera temporal o permanente. El paciente, según explica Ángel, no solo tiene que aceptar una transformación de su imagen corporal, sino también de la pérdida del control voluntario de los esfínteres y de la responsabilidad que le recae sobre el cuidado de este nuevo orificio. "Lo ideal es que pase por esta unidad antes de la operación para informarle de cómo será el proceso y, una vez intervenido, ayudarle a normalizar la situación.Es lo importante", comenta.


Por ello, Ángel sugiere a los pacientes, todavía en la cama después de la operación, mirarse con un espejo la parte de su cuerpo que ha cambiado para que intenten cuanto antes aceptar y conocer la nueva situación. Y poco después, este enfermero cura las heridas, enseña los cuidados y responde a aquellas preguntas que "muchas veces estos pacientes no se atreven a preguntar". "Hay que humanizar las relaciones, ser próximos. Una de las cuestiones que más les frena a las personas ostomizadas es salir a la calle", apostilla Ángel, que ya en 1979 como enfermero de cirugía vio la necesidad del cuidado específico de estos pacientes y se formó en la Universidad Complutense de Madrid para poner en marcha el 11 de marzo de 1991 esta unidad en el Clínico.


Ángel recuerda que desde los inicios de la consulta el número de ostomizados ha aumentado significativamente, en parte, por las nuevas "herramientas" para detectar a tiempo cualquier tumor. En ese sentido, ha sido fundamental el cribado del cáncer de colon a través del test de sangre presente en heces. Un 13% de las pruebas son positivas y se recomienda una colonoscopia. A través de esta prueba, se detectan carcinomas invasivos en un 5% de los casos.

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