¿Quiénes fueron los primeros pirineístas?

Curiosidades, anécdotas y respuestas asombrosas a preguntas que todos nos hemos hecho alguna vez.

En los comienzos del siglo XIX, numerosos viajeros franceses se sienten atraídos por España. Atraídos por el exotismo andaluz, su destino favorito es el sur del país.


Pero las cosas cambiaron radicalmente a partir de 1861, cuando Cenac-Moncaut publica ‘España desconocida-Viaje por los Pirineos, de Barcelona a Tolosa’. La obra presenta la vertiente española de la cordillera como un paraíso de extraordinaria belleza natural, lleno de encantos y misterios, y a un paso de la frontera con Francia


El libro no fue el primero sobre la belleza del Pirineo, pero su amplia difusión cambió la percepción de los viajeros franceses y animó a muchos a internarse por los paisajes pirenaicos.


No obstante, quien está considerado el padre del pirineísmo es Louis Ramond de Carbonnières (1755-1827), que ya visitó el Pirineo central en 1777.


Además de recorrer el Midi de Bigorre, Gavarnie y Luchon, en agosto de 1802 hizo la ascensión a Monte Perdido, creyendo que era la cumbre más alta de la cordillera.


Su impronta histórica ha dejado huella en el nombre de una montaña, el Soum de Ramond, y en el de una planta, la oreja de oso, que en su denominación científica se llama ramonda myconi.


Después llegaron otros muchos, como Henry Patrick Marie Rusell-Killough, Franz Schrader, Julio Soler, Emile Raysse, el barón de Lassus, Lucien Briet y Jean Bepmale, figuras fundamentales en el descubrimiento del Pirineo y en la protección de sus parajes naturales.

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