La noche electoral, Mariano Rajoy dejó en suspenso cualquier renovación interna en su partido. "Voy a intentar formar gobierno", proclamó. Los populares entendieron que el cambio de líder y la redefinición del proyecto político que reclaman muchos dirigentes tendrá que esperar a que concluya el proceso de constitución de un ejecutivo.

"Con o sin Rajoy", se sienten abocados a una actualización en profundidad.

"El PP está desfasado", aseguran fuentes populares. El sexto aviso de las urnas, en el lenguaje de José María Aznar, solo ha confirmado que el partido pierde fuelle y podría acabar desfondado. «Hemos perdido el sostén de los sectores jóvenes de la sociedad y así no podemos pretender ser un partido de gobierno», analizan algunas voces internas, que interpretan que la formación necesita un discurso modernizado, comportamientos y actitudes renovadas, y que todo ello solo será posible con caras nuevas.

El marco para poner en marcha un cambio integral es el del congreso que el PP tendría que haber celebrado el año pasado y que aún está pendiente de convocatoria. En el complejo escenario postelectoral abierto tras los comicios, la formación ha dado su aval a Rajoy para realizar todos los esfuerzos precisos para mantenerse en la Moncloa y en el partido temen que, si lo logra, cualquier cambio en el PP durante esta legislatura sea "mero maquillaje". Algunas voces como la de Aznar han comenzado a reclamar un «congreso abierto» para que los militantes puedan elegir el proyecto que quieren y a la dirección del PP.

La respuesta de Rajoy fue inmediata. "Me presentaré y me veo con fuerzas y ánimo", anunció. Pero los laboratorios de ideas próximos a los populares contemplan incluso la posibilidad de una bicefalia, de manera que el PP y el Ejecutivo, en caso de poder sostenerlo, estén encabezados por personas distintas si los militantes así lo contemplan. Pero cómo articular la transición sigue, por ahora, en manos de Rajoy.