Las entidades de la discapacidad condenan el trato excluyente de un hotel a doce discapacitados

Cermi defiende el derecho de las personas con limitaciones físicas o mentales a recibir el mismo trato que otros clientes.

Las barreras psicológicas son mucho más difíciles de derribar que las físicas. En este juicio coincidieron ayer federaciones y asociaciones dedicadas a atender las necesidades de los discapacitados aragoneses tras conocer que varios usuarios de la Fundación Aspace en Zaragoza -volcada en el cuidado de personas con parálisis cerebral- tuvieron que comer separados del resto de clientes durante varios de los días que pasaron de vacaciones en un hotel de Cullera.


La dirección de este establecimiento, que ha denunciado a una trabajadora de Aspace y a la agencia de viajes, alegó en la hoja de reclamaciones que solicitaron los afectados, que la decisión de llevarlos a otro salón (que también se utiliza como comedor), y que acarreó que ya no tuvieran trato con el resto de clientes, estuvo motivada por problemas de aforo. Además, miembros del grupo que viajó a Cullera insisten en que la decisión se tomó también tras las críticas de algún cliente por la forma de comer de los miembros de Aspace.


Los portavoces de las principales entidades de la discapacidad denunciaron ayer que el trato hacia estos clientes fue "separatista y discriminatorio". La presidenta del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi) en Aragón, Marta Valencia, insistió en que "es preocupante que todavía se den este tipo de situaciones, que se siguen detectando en bares, hoteles o restaurantes". "Las personas con discapacidad tenemos derecho a llevar una vida normalizada, somos consumidores como cualquier otro y la gente debería ser consciente de que la discapacidad nos puede sobrevenir a cualquiera", añadió.


También Cristina Robles, responsable del departamento de de Servicios Sociales de la ONCE en Aragón, hizo hincapié en las "barreras psicológicas" y las "reticencias" que impiden que situaciones reales y superables, se normalicen.


"Nosotros trabajamos siempre con redes de hoteles adaptadas y hacemos muchas campañas de sensibilización, pero aún tenemos problemas con los perros guía o con los prejuicios de determinadas personas", explicó Robles. "Creemos que Aspace ha hecho bien en denunciar esta situación y que debemos trabajar para que este tipo de actitudes no tengan cabida en una sociedad madura. Hoy a alguien le puede molestar alguien con daño cerebral, y mañana pueden ser también los ancianos o cualquier persona con limitaciones", añadió.


Desde Feaps Aragón (Confederación Española de Organizaciones en favor de las Personas con Discapacidad Intelectual) concretaron que se ha avanzado mucho, pero con ciertos frenos. "Nosotros no hemos tenido este tipo de problemas, pero a veces hay quejas de clientes en restaurantes y hoteles. En este caso, mal la Dirección del hotel, pero mal también la persona que se quejó de que le resultaba incómodo ver comer a este grupo. Dice muy poco de ambos", concretó el gerente, Ramón Álvarez.


Desde la DGA, la consejera de Ciudadanía y Derechos Sociales del Gobierno de Aragón, María Victoria Broto, eludió ayer pronunciase sobre este caso.


Quien sí opinó fue la dirección del hotel que en una nota de prensa aseguró que nunca ha discriminado a ninguno de sus clientes: "Y mucho menos siguiendo indicaciones de otro huésped", aseguraron. "Con los grupos buscamos siempre soluciones para que tengan más comodidades para su reunión. Hemos recibido otros grupos de personas con movilidad reducida y en ninguna ocasión hemos tenido queja de nuestro servicio y asistencia", explicó el director del hotel, Jorge Talens, quien afirmó que se cambio al grupo "para ofrecerles mejor servicio, con más atención y más espacio y comodidad para ellos".

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