"Estoy extremadamente orgulloso de mis películas, las he hecho libremente"
El director de cine Bertrand Tavernier recibe en Venecia el premio León de Oro a toda su trayectoria por ser "un autor ecléctico e inconformista".
"Estoy extremadamente orgulloso de mis películas, las reivindico, nunca he hecho compromisos para hacerlas, las he hecho siempre libremente", afirmó Tavernier, premiado en la Mostra por ser un "autor incondicionalmente ecléctico e instintivamente inconformista", cercano a la Nouvelle Vague y con una gran atención "a bases narrativas sólidas".
Un León de Oro que es la primera gran recompensa para un realizador de culto, que ha ganado cuatro César del cine francés, el premio Louis Delluc considerado el Goncourt del cine o el Gran Premio del Cine Europeo.
Tavernier quiso destacar que este León de Oro "viene de un país con una vida cinematográfica extraordinaria.
"Estoy extraordinariamente emocionado de recibir un premio del país de Federico Fellini, de Roberto Rossellini, de Dino Risi, de mi gran amigo Mario Monicelli, de Ettore Scola, un país que ha contribuido a mi amor por el cine. Me gustaría llegar a igualar títulos como Alemania, año cero o Europa 51, dos filmes extraordinarios de Rossellini", afirmó. Tavernier señaló que a una de las personas que dedicará este premio es a Philippe Noiret, uno de los actores con los que más ha trabajado y que protagonizó su primer largometraje, El relojero de Saint Paul, 1974. "Noiret recibió a un hombre de 29 años que tenía 30 páginas de un guión y decidió hacer la película incluso contra la opinión de su agente"y esperó casi tres años a que Tavernier consiguiera la financiación.
Cuando Tavernier le preguntó por qué había esperado tanto, Noiret respondió simplemente: "Había dado mi palabra". "Era un señor, un caballero, alguien con quien me divertí mucho trabajando, un trabajador excepcional que tenía una educación exquisita y una delicadeza increíble (...) Era mi hermano mayor".
Un primer trabajo tras decidir desde siempre que quería ser cineasta, incluso en contra de la opinión de sus padres.
Explicó que por ejemplo para él la postguerra no es un tema. "Pero una mujer que va a buscar a su marido desaparecido, eso para mí sí es un punto de partida para una película".
Personas que le han llevado a construir al final historias políticas y sociales, como Que empiece la fiesta, 1975, El juez y el asesino, 1976, Un domingo en el campo, 1984) o Crónicas diplomáticas, 2013. Y otras como La vida y nada más, 1989, Ley 627, 1992, o Capitán Conan, 1996, han sido reconocidas por historiadores y expertos como propuestas adelantadas a su tiempo, afirmó Tavernier sin un atisbo de humildad.
"En muchos casos, tras hacer una película, he terminado sabiendo más que el ministro del ramo sobre el tema".
Y desde ese conocimiento, no tiene problema en opinar sobre política y asegura que con el Gobierno francés actual, hay una impresión de que Francia está acabada.