"Paquirri es el herido que ha entrado con más dolor"

El cirujano Enrique Crespo, que operó al torero tras la cogida, dirige desde 2014 el equipo médico de la plaza de Huesca, con profesionales experimentados.

El equipo de Enrique Crespo.
El equipo de Enrique Crespo.
Javier Broto

Paquirri llegó a la enfermería con un dolor inmenso, con un ‘shock’ traumático. Posiblemente es el enfermo que me ha entrado con más dolor por una cornada". El cirujano y jefe médico de la plaza de toros de Huesca, Enrique Crespo, remite para comprender sus palabras a las fotografías publicadas del rostro de Francisco Rivera Ordóñez tras la cogida del pasado 10 de agosto.


Crespo recuerda las dos horas y cuarto que el diestro pasó en la enfermería, donde fue operado por un equipo multidisciplinar con especialistas con 30 años de experiencia. Trabajar en coordinación, con rapidez y, sobre todo, con mucha calma son las claves en este quirófano.


"Lo primero que vimos cuando metieron a Paquirri en la camilla es que se le salían los intestinos", recuerda Crespo. Fue una cogida "terrible", pero "su vida no corrió peligro en ningún momento". "Me molesta que se diga que le salvamos la vida porque nunca fui consciente de haberlo hecho", insiste. Con todo, la cornada fue "muy seria" y "muy grave", por las posibles complicaciones. Ahora, el torero se recupera en el hospital Sagrado Corazón de Sevilla, al que fue trasladado el día 15 ante el inminente nacimiento de su hija Carmen.


El primer paso fue estabilizar al herido, calmarlo y sedarlo. Ahí es donde intervino el anestesiólogo José María Velasco, con 43 años de experiencia, apoyado por los enfermeros. Es importante desnudarlo cuanto antes y, en ocasiones, es necesario emplear las tijeras. "Se hace todo muy rápido pero con calma porque el mayor enemigo de una enfermería son las prisas y los nervios", comentan Crespo y Velasco.


Rivera Ordóñez pedía agua, aunque no se le podía dar, e indicaba que la cornada la tenía hacia arriba. En ese momento, cuando se estaba quedando dormido, preguntó: "¿Puedo decir algo?". "Diga, maestro", le contestaron. "¡Viva la Virgen del Rocío!", espetó con emoción. "¡Viva!", respondieron el celador Arturo Rísquez, que también es mozo de espadas, y el instrumentista jefe, Abel Carpintero, que es torero. Este último admite que pensó en la muerte de Paquirri, una sensación que invadió los tendidos.


"Era el momento de abrirle, buscarle la herida, ver la dirección de las trayectorias así como descubrir las lesiones y atajarlas, repararlas, dejarles los drenajes y cerrarlas", resume Crespo, que concluyó que la cornada de unos 25 centímetros rozó arterias principales como la aorta. La intervención duró una hora y media pero entre la estabilización anterior y la reanimación se prolongó hasta dos horas y cuarto. El diestro pidió hablar con su mujer y se la pusieron al teléfono.


"Mantener la calma"

"Lo más difícil no es operar cornadas, sino mantener la calma, porque no es lo mismo operar aquí que en un quirófano donde se puede llamar a un especialista o pedir un material", indica Crespo, a pesar de que asegura que la plaza de Huesca tiene buenas instalaciones.


"Esto es lo que permitió con una anestesia general abrir una barriga, porque no en todas las enfermerías de plazas de segunda se atreven, aunque se pueda hacer", comentó Crespo, en alusión a la presión de operar a un torero mediático. "Era una cornada muy grave y a Paquirri, pero no es la peor que hemos atendido", comentó Crespo, que lleva 489 cornadas operadas en sus 35 años de experiencia.


En este sentido, José Ángel Velilla, otro cirujano taurino del equipo, que trabaja en el hospital MAZ de Zaragoza, y su mujer y auxiliar de quirófano, Aurora Aguirre, insisten en que a todos se les trata igual:"Da lo mismo que sea Paquirri, el Rey…". Velilla y Aguirre llevan 25 años en las plazas, ahora solo en la oscense y en la Misericordia de Zaragoza. En la de Huesca, junto con Abel Carpintero y José María Velasco, ya trabajaban con el doctor, ahora jubilado, Daniel Vaca, con el que intervinieron a Morante de la Puebla en 2013.


El cirujano taurino Eduardo Hevia y los enfermeros Flor Gómez y José Antonio Márquez proceden de Madrid y forman parte del equipo de Enrique Crespo, que se encarga también de las enfermerías de las plazas de Zamora, Ciudad Rodrigo (Salamanca), y en Madrid, las de Alcalá de Henares, Cenicientos, San Martín de Valdeiglesias… De hecho, dedican sus vacaciones en los centros públicos en los que trabajan a este cometido.


Márquez, con 28 años de experiencia, que comenzó en el equipo de Crespo, resalta que "esto solo se hace por afición (a los toros y a curar a los demás), porque por dinero no compensa". Y recuerda que en Ciudad Rodrigo tuvieron que recoger un riñón del ruedo. Flor Gómez puntualiza que su trabajo no se limita a las corridas sino a todos los espectáculos taurinos. Hevia apostilla que los encierros son más peligrosos porque cada toro tiene muchos posibles candidatos.


Aunque en las instalaciones de la plaza de toros hay una sala de observación, Rivera fue trasladado a la uci del hospital San Jorge de Huesca en la uvi móvil con el médico Joaquín Gutiérrez y la técnico sanitario Pilar Beltrán. Allí pasó esa primera noche antes de ser evacuado al hospital Quirón de Zaragoza, donde permaneció bajo la supervisión del doctor Carlos Val-Carreres.

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