Carolina Marín logra un doblete mundial histórico

La española se convierte en la primera europea que consigue ganar dos veces seguidas el campeonato.

Carolina Marín, feliz tras ganar la final.
Carolina Marín, feliz tras ganar la final.
ADEK BERRY/afp

No es suerte. No fue un espejismo. Es Carolina Marín, una deportista irrepetible que nació en Huelva y que derriba barreras por el mundo. Gracias a su ambición, a su calidad y a su capacidad de trabajo conquistó ayer en Yakarta por segunda vez consecutiva el Mundial de bádminton, algo que sólo habían conseguido tres volantistas chinas. Un año después de acudir al campeonato como una aspirante más allá del top 10 redobló su dificultad y venció como número 1 del ranquin a la segunda del circuito, la india Saina Nehwal, por 21-16 y 21-19, en una hora.


En el partido decisivo la española aplicó sus mejores características. La zurda, que es capaz de combinar en un mismo golpe con una suavidad de guante de seda, y la fuerza de un puño de hierro superaron a Nehwal, aspirante que había ganado a Marín en tres de sus cuatro enfrentamientos. En dos sets la andaluza ascendió de nuevo a lo más alto del podio, el único lugar que había visualizado en su camino. Las dudas de los primeros partidos, el pie que se le dobló en el segundo encuentro, los enfados con los árbitros y la presencia en la grada de David Cabello, el presidente de la Federación Española de Bádminton, con el que se enfrentó por el reparto de patrocinios, se esfumaron de su mente en el último día de la competición. La onubense se concentró y en una hora recogió el fruto de su trabajo.


El triunfo de Marín en un deporte dominado por asiáticas es también la victoria de un método y el ojo clínico de Fernando Rivas. El técnico reclutó a la andaluza cuando era una adolescente para el Centro de Alto Rendimiento de Madrid y la pulió conforme a un sistema novedoso en el bádminton. La atleta no sólo aprendió a cambiar los golpes de su zurda, sino que también memorizó los puntos fuertes y débiles propios y de sus adversarias mientras afrontaba la mudanza y el divorcio de sus padres. De esas horas de juego y de estudio surgió una figura meteórica que, desde el puesto 11 del ranquin, ganó su primer Mundial en 2014 y se colocó como líder del circuito.


Las rivales desconocen qué estrategia empleará en cada partido contra ellas y eso destroza cualquier tipo de preparación. Además, la española ha forjado su carácter en el espejo del tenista Rafael Nadal. Mimetiza rutinas del balear y repite gestos para trasladar su ambición al terreno de juego en un procedimiento establecido por el psicólogo del Consejo Superior de Deportes. Pero la gloria de Marín también se debe a su determinación, perseverancia y calidad. Un mes antes de disputar la final del Mundial ni siquiera sabía si podría participar. Protegido su pie derecho por la rotura del quinto metatarsiano se negó a ausentarse en Indonesia para lograr un nuevo título. Trabajó en la piscina para evitar esfuerzos demasiado bruscos y no perder su toque durante dos semanas en que no pisó por prescripción. Regresó a las pistas y Rivas le preparó entrenamientos con ventiladores y volantes de papel que simularan lo improbable, antes de un torneo que se disputaría en condiciones de elevada humedad y calor en Yakarta.


Todo le sirvió a Caro, quien hace tiempo aprendió que la constancia y el trabajo son el camino correcto para sus éxitos. "Sin estar al 100% va a ser muchísimo más complicado, pero si llego a revalidar el título no será ninguna sorpresa porque es algo que llevo preparando todo el año", avisó antes de viajar a Indonesia.


En el podio Marín dedicó su medalla al cielo, besó el oro con el gesto observado a sus ídolos y escuchó el himno español con letra de José María Pemán con la bandera a modo de falda para conformar una estampa para el recuerdo. Nadie lo consiguió antes. Nadie llegó tan alto por el camino escogido por la onubense. Nadie es como Carolina Marín.

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