"Un cierto espasmo de hipocresía es bueno"

El director durante 50 años de la compañía Els Joglars (Barcelona, 1943) participó en el ciclo Charlas con Valor, que presenta Mª Cruz Soriano y patrocinan Telefónica, La Caixa y Hoteles Silken.

¿Es usted un juglar épico o lírico?

Soy un juglar guerrero al que le ha gustado ir a contracorriente. Pienso que es la forma más divertida y más ética de ser juglar.


Un juglar, por definición, ¿tiene que ser errante?

En principio está bien, es bueno para su salud mental. Cerrarse en un solo círculo no es bueno ni para el juglar ni para nadie.


Y a usted, ¿le gusta el movimiento o le hubiera gustado no moverse tanto?

Me hubiera gustado no tener que moverme tanto, porque en el fondo, antes que juglar, me gusta mucho ser burgués.


Usted que consiguió la medalla, ¿qué es tener mérito en las Bellas Artes?

Considerar que el detalle es lo esencial. Que por un matiz una obra es buena o es mala. Esto es el arte.


¿Cuáles son los dramas de un dramaturgo?

La angustia de pensar en qué momento dejas de comunicarte con los espectadores. Y el momento en que ya no hay espectadores, ¡el drama es total!


¿Y las comedias?

Las que ejerce, por la deformación profesional, en su propia vida.


Participó en Zaragoza en el ciclo Charlas con Valor. ¿Así charla siempre Boadella?

Yo tengo el defecto de decir siempre lo que pienso, lo que me ha acarreado algún disgusto, pero, sobre todo, unas digestiones fantásticas.


¿Hay que hacerlo así cuando se critica al poder?

Al poder hay que criticarlo con astucia y con inteligencia. Criticarlo por criticarlo, que es lo que veo a diario, es una actitud infantil.


Y usted, ¿es astuto?

Lo procuro, en la medida de lo posible. Pero, en fin, hay momentos en la vida en los que me han cazado. Cuando fui a parar a la cárcel demostré no ser astuto. Cuando me escapé, sí.


Empezó de mimo. ¿Le han intentado callar muchas veces?

A todo el mundo que trata de decir aquello que piensa siempre se le intenta callar de dos formas: en la coacción más o menos violenta, que por suerte no he tenido demasiadas de estas; y otra, por la compra de ciertos poderes. Esta segunda sí la he sufrido más a menudo.


Y usted, ¿se ha callado alguna vez por voluntad propia?

Algunas veces sí. Un cierto espasmo de hipocresía es bueno. Si no, estaríamos en una guerra mundial cada diez años.


En estas reuniones que vemos para pactar gobiernos y ayuntamientos, ¿hay teatro?

Hay, sobre todo, una estrategia para ver quién saca más tajada. Son reuniones puramente comerciales, más que ideológicas o políticas, en el sentido amplio y general. Es un comercio...


¿Así evitan el IVA cultural?

El IVA cultural es la demostración de la consideración que tiene el poder de la cultura en este país.


¿A qué político le daría un Max? ¿A Mas?

Podría dárselo, pero no sería por su interpretación, porque se le ve el plumero. Yo creo que no es buen actor. En vez de poner una cara muy seria cuando escucha el himno nacional, sonríe, no es inteligente, no sabe las consecuencias de sus actos. Si lo que quiere hacer es provocar, no es su función.


Lo que ha ocurrido en Cataluña, ¿ha sido un teatro del absurdo?

No, lo que ha ocurrido en Cataluña es una paranoia colectiva frente al resto de los españoles. Creen que cuando se levanta un ciudadano de Madrid o de Zaragoza o de Zamora lo primero que piensa es en qué putada va a hacerle a los catalanes. Y eso se llama paranoia.


¿Para cuándo ‘Ubú, expresident’?

Yo no puedo hacer otro Ubú porque este señor (Jordi Pujol) ha superado todos mis Ubús (obras de teatro de Els Joglars críticas con el gobierno de Pujol). La realidad, otra vez más, ha superado a la ficción.

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