"La lectura es un arma de instrucción masiva"

Carmen Carramiñana La Vega, directora de CEIP Francisco Galiay Sarañana de Ballobar (Huesca) y cofundadora, junto con Mercedes Caballud, hace ya 21 años, del programa ‘Leer juntos’.

Carmen Carramiñana, feliz, rodeada de libros infantiles.
Carmen Carramiñana, feliz, rodeada de libros infantiles.
Carlos Muñoz

En mi recuerdo Carmen (Soria, 1957) siempre está acompañada por Merche Caballud. Creo que nunca las he visto separadas. ‘Leer juntos’ es un extraordinario proyecto con el alma siamesa que tiene dos rostros, dos sonrisas, dos férreas voluntades. Carmen y Merche son la pareja perfecta. Les oí decir que preparaban sus intervenciones en el coche, camino del lugar donde tenían que hablar: "Tú cantas, yo bailo". Y nosotros, que las escuchábamos encandilados, solo teníamos que disponernos a disfrutar.


Naciste en Soria, pero ¿cuándo llegaste a Aragón?

Mi familia se trasladó a Zaragoza desde la ciudad castellana, "tan bella bajo la luna" que dice Machado. Con 7 años me llevaron a la ciudad de los tranvías y los trolebuses. En Zaragoza he vivido y estudiado, primero Filología española y francesa y después Educación Infantil.


¿En qué lugares has trabajado?

Empecé en una Guardería de la Parroquia de San Pío X, en el barrio de la Jota, cuando todavía no habían construido el colegio público. Allí trabajé durante un curso, con niños y niñas de 4 años. Después he ejercido siempre en la escuela pública, primero en el colegio El Ensanche de Teruel, luego en el de Valjunquera, del que guardo un recuerdo muy especial y, a partir de 1987, en la provincia de Huesca: en el colegio San José de Calasanz de Fraga, en Zaidín, y desde el curso 1992–1993 en el colegio Francisco Galiay Sarañana de Ballobar.


¿Por qué decidisteis vivir en Fraga?

En 1985 a Paco Bailo, mi marido, le dieron destino definitivo en la escuela Virgen de Litera, en el barrio fragatino de Litera, a 700 metros de la provincia de Lérida. Así que allí nos trasladamos toda la familia.


Y os gustó tanto que lleváis allí 30 años…

Fraga es una población con muchos servicios, cercana a Lérida, bien comunicada con Zaragoza. Nuestras hijas podían estudiar hasta el Bachillerato, jugar en las plazas y los parques, acudir a unas bibliotecas impresionantes... Además, enseguida hicimos amigos y amigas. Nos integramos en los movimientos de renovación pedagógica de la zona. Ya teníamos relación en Zaragoza con el Colectivo del Martes y con la Escuela de Verano de Aragón (EVA). Integrarnos en los grupos de trabajo, sobre todo en los de la Escuela de Verano del Altoaragón, fue sencillo porque compartíamos criterios pedagógicos similares.


¿Cómo empezaron a colaborar con la escuela las madres de Ballobar?

Cuando llegué en 1992 descubrí que había una colaboración habitual entre las familias y el profesorado: se entraba en las aulas, se acudía a tiendas y talleres del pueblo, se organizaban conjuntamente las actividades complementarias del colegio, todos los años había asambleas generales en las que participábamos todo el profesorado y la mayoría de las familias, varios maestros formaban parte de la Comisión de Cultura...


¿Por qué eran tan participativas las familias?

Esta colaboración se inició cuando se abrió en Ballobar el primer Centro de Recursos de España –inaugurado por el ministro Maravall– y en el colegio se anticipó la reforma educativa. El profesorado abrió ambos centros al pueblo y las familias descubrieron una escuela muy diferente a la que habían vivido en la etapa de la dictadura. Por lo que hace referencia a la participación en mi aula, varias madres recuerdan que la representación de ‘Caperucita roja’ a los niños y niñas de Infantil fue un paso previo, natural, para que luego surgiera ‘Leer juntos’. Durante la preparación de esta actividad se generaron relaciones personales de confianza entre ellas y yo.


Hablemos de los orígenes de ‘Leer juntos’. ¿Cómo nació este proyecto?

A partir de un grupo de trabajo de la EVA formado por docentes de Infantil y Primaria. En el curso 92–93 nos planteamos reflexionar sobre las dificultades de los niños y niñas para continuar con el interés por la lectura literaria en Primaria. Pedimos asesoría a Mercedes Caballud, especialista en Literatura Infantil y Juvenil, que nos propuso generar grupos de lectura en los que participaran docentes, familias y bibliotecarias, algo que ella creía debía ser bueno para que los niños y niñas vivieran el ambiente lector y se contagiaran.


Y enseguida empezasteis a leer…

Llevé la propuesta al claustro de Ballobar. A todo el profesorado le pareció una idea estupenda. Con Merche diseñamos un plan de trabajo para un curso. Lo llamamos ‘Leer juntos’. Convocamos a las familias y acudieron entre 90 personas a las primeras reuniones. En un pueblo de 1.000 habitantes eso era revolucionario.


¿El triángulo familia, escuela, biblioteca es un triángulo equilátero?

Sí. ‘Leer juntos’ no es una clase de literatura magistral. Es una tertulia en la que se participa horizontalmente, todas las opiniones valen lo mismo. Con el paso de los años, muchas de las madres de ‘Leer juntos’ tienen una ‘mochila’ literaria a sus espaldas mucho más grande e intensa que buena parte del profesorado.


Una de las ideas en las que se apoya ‘Leer juntos’ es que solo de padres lectores podemos esperar hijos lectores.

La idea es que probablemente de familias, profes, bibliotecarias lectoras, saldrán hijos, alumnas, lectoras. No es una ecuación que se cumpla al 100%.


Además de madres lectoras, ¿hay jóvenes lectores? ¿Algunos de los escolares se han incorporado al grupo ‘Leer juntos’?

Sí, hay muchos jóvenes lectores. Es muy curioso ver las relaciones que tenemos a través de redes sociales con algunos de ellos, sobre todo chicas, que están en lugares dispares. En este momento empiezan a participar en ‘Leer juntos’ madres que estaban en el colegio como alumnas cuando empezó el proyecto, que sus madres estuvieron o todavía están en el grupo original. Esto es muy interesante. Es un momento distinto que se da desde hace dos años. Los padres siguen sin engancharse a las tertulias –este curso se incorporó uno–, aunque sabemos que leen los libros en casa y participan en otras actividades del colegio.


¿Tan necesarias son las tertulias?

La tertulia genera una vida impensable en la lectura en soledad. Incluso aunque no se haya podido leer el libro que se va a comentar, incluso cuando la lectura no haya atrapado. Las lectoras acudimos a la tertulia porque en el comentario colectivo se descubren claves que favorecen el acercamiento al texto y que animan a la posterior lectura, o incluso hacen cambiar el punto de vista.


¿Las tertulias nocturnas siguen una especial liturgia?

Primero hay un tiempo de relación personal, de contar aquello que nos está pasando o que ocurre en el pueblo. Cuando estamos todas, leemos uno o dos poemas. La poesía está presente en todas las tertulias. Luego comentamos el libro o libros leídos. Con los libros de literatura infantil tomamos decisiones sobre si podríamos hacer alguna actividad especial para presentárselos a los niños y niñas. Hablamos de acontecimientos relacionados con la vida literaria: premios entregados, novedades editoriales, celebraciones de publicaciones, etc. Terminamos con algún relato breve. Y casi siempre tenemos algún dulce, chocolate, algo de beber, que acompaña la tertulia.


Trabajaste un tiempo como asesora de bibliotecas para el Departamento de Educación, ¿qué tienen en común las bibliotecas escolares?

Las bibliotecas escolares tienen en común que son frágiles. No se nos ha educado en su uso a los docentes. Así que nos tenemos que acercar por propia voluntad o con la ayuda de los programas formativos, pero son frágiles porque han desaparecido casi todos los programas institucionales de bibliotecas escolares cuando todavía estaban en pañales.


Publicasteis un libro extraordinario titulado ‘Pan de lectura’, ¿cómo se gestó?

El Departamento de Educación quería elaborar un documento similar al que ya habían publicado otras comunidades. Propusimos que Merche Caballud fuera la coordinadora del grupo de trabajo. Queríamos aportar algo diferente. Propusimos que fuera un texto con muchas voces. Que reflejara la vida. Que estuviera destinado a toda la comunidad educativa. Que tuviera en cuenta la lectura, la escritura y la expresión oral. Lo más importante de la gestación fueron las horas de diálogo, a veces de discusión, de quienes allí estábamos.


¿Qué ingredientes tiene ‘Pan de lectura’?

Muchos y muy buenos. La metáfora nos entusiasmó, aunque algunas personas creían que había sido una errata de la imprenta. Buscamos la participación de expertos reconocidos nacional e internacionalmente que estaban haciendo aportaciones científicas y rigurosas. Buscamos formatos originales para la futura redacción: encuentros con varios escritores, ilustradores, editores, periodistas... Se grabaron las conversaciones y de ahí hubo que transcribir, elegir textos... Quisimos que hubiera voces de pequeños y de mayores, de hombres y mujeres, de docentes, de padres y madres, de las escuelas de educación especial... Quisimos que se tuvieran en cuenta los planes lectores de otras comunidades. Y programas de radio, de TV, de teatro, de cine... Muchos lenguajes. Algunos ilustradores aragoneses participaron con sus trabajos originales.


Cuando se han trabajado más de 20 años con una mujer como Merche Caballud, ¿la palabra compañera adquiere todo su sentido?

Merche es amiga, maestra, cómplice... y muchas más cosas. Somos una pareja –con la paciencia de nuestros maridos– y eso para mí es un honor. Incluso nos cambian el nombre –el colmo fue que nos lo cambiara el Ministerio cuando nos dieron el Premio Nacional de Fomento de la Lectura a ‘Leer juntos’–. Merche me ha enseñado mucho, sobre todo porque nunca me ha dado clases magistrales, sino que me ha puesto en disposición de descubrir y aprender. En nuestros innumerables viajes, el coche era nuestro espacio de invención de propuestas, programas y planes. Yo conducía y ella escribía. Nos hemos reído tanto… Por eso somos tan amigas. Merche es radical desde el humor, y eso es vital para construir. Merche es el entusiasmo personificado. Tiene la necesidad perpetua de descubrir, de vivir. Y siempre desde la cultura popular, aquella que hace llegar a quienes tienen menos oportunidades en algunos aspectos, lo más selecto, lo mejor.


¿La lectura es un arma cargada de futuro?

La lectura es un arma de instrucción masiva. Hay que leer no porque sea una asignatura, sino porque es muy importante para el desarrollo del pensamiento y del sentimiento.