"A veces creo que doy un bofetón en la cara con mi obra"

Jesús Fraile l Acaba de recibir el premio de la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte al más
destacado artista contemporáneo objeto de una exposición

Jesús Fraile, en la bodega de su casa en Zaragoza, rodeado de sus cuadros.
"A veces creo que doy un bofetón en la cara con mi obra"
guillermo mestre

La vida tiene sus ironías. El pintor Jesús Fraile (Zaragoza, 1973) recibió la noticia de que los críticos de arte de su tierra le habían concedido el premio al más destacado artista aragonés contemporáneo objeto de una exposición cuando andaba enfrascado en el traslado de su casa a Marbella. Junto a su pareja, la diseñadora de interiores Beatriz Navarro, comenzaron hace año y medio a realizar allí algunos proyectos de decoración y les ha salido una "interesante" cartera de clientes.


"Yo llevaba años deseando un cambio y nos ha pillado en el momento clave. En Zaragoza he recibido halagos y galardones, pero no me ha dado lo que yo esperaba de ella en cuanto a oferta y oportunidades", explica sobre las razones de esta decisión. Seguirán vinculados emocional y profesionalmente a la capital aragonesa, en la que conservan su vivienda. Espera que el cambio le sirva también "para lanzar mi carrera pictórica", aunque bromea con que "a lo mejor todo tiene que ver con la crisis de los 40".


En su faceta de decorador es fiel a su personal estética colorista con trampantojos, geometrías y juegos ópticos. Fraile cuenta que quiere dividir sus energías entre el nuevo proyecto y una forma de crear "que cada vez me deja más agotado tanto mental como físicamente".


Un detalle revelador de su arduo proceso es el uso constante de la cinta carrocera. "Ya no puedo pintar sin ella. Todas las superficies las enmascaro para poder trabajar con cierta libertad y no salirme de los márgenes –detalla–. Luego, tengo que retirar la cinta cuando todavía está húmeda la pintura con la punta de un bisturí intentando no arañarla. Es muy tedioso".

"Más complejo y barroco"

Jesús Fraile no utiliza bocetos previos y si comete fallos leves o ralladuras los deja "porque no quiero llegar al hiperrealismo". "Pretendo que en todo momento el espectador perciba la mano humana, la elaboración artesanal". Es también la manera de que su obra se vuelva amable a la mirada de un espectador "al que con ella creo que doy un bofetón en la cara". "Mis cuadros pueden resultar inquietantes en un primer momento, pero conforma vas entrando en ellos descubres las capas, las graduaciones de colores..".


Cada vez ve sus piezas "más complejas y barrocas". Tras su muestra ‘De tanto callar’, celebrada en la Casa de los Morlanes de Zaragoza y por la que se le ha premiado, avanza hacia "la pintura escultórica, casi tridimensional. Pretendo hacer cuadros exentos, pintados por todas las partes y que permita circular alrededor de ellos". No tiene prisas: "Prefiero hacer una exposición nueva cada 10 años si es la que quiero, que hacer tres en el mismo tiempo".


Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca, lleva desde 1998 evolucionando y reencontrándose. No le gusta explayarse en su currículo, últimamente lo llama "ridiculum vitae", y huye de las redes sociales. "Mi obra hay que verla al natural, no en una pantalla". La proyección internacional tampoco es uno de sus quebraderos de cabeza: "Con España, a mí me sobra, aunque en general nuestro país siempre trata mal a sus artistas y si no sales fuera no te miran". Su próxima cita es con la galería Fernando Latorre en Madrid, quien le representa desde hace tiempo, y confía en que le salga alguna muestra más por el sur de España en cuanto se asiente en Marbella.