La paternidad, una relación que un centenar de aragoneses ponen en duda cada año

Estos análisis cuestan 400 euros si son solo informativos y 600 si tienen validez legal.

Mil parejas no casadas llevan a los tribunales la custodia de sus hijos cuando se separan
La paternidad, una relación que un centenar de aragoneses ponen en duda cada año

¿Y si quien crees que ha sido toda la vida tu hijo resulta que no lo es? Esto le ocurrió a un hombre hace escasos días. Después de que su hija cumpliera seis años, comprobó, tal y como le había advertido su exmujer hace años, que no tenían ningún parentesco. Esta situación y otras similares se dan de manera continuada en la vida de los aragoneses. De hecho, un centenar de ellos deciden cada año hacerse una prueba de paternidad para averiguar si existe un lazo sanguíneo con sus descendientes. “Antes la gente te llamaba pensando que eran los únicos que se realizaban este tipo de pruebas. Sin embargo, ahora saben exactamente cómo funciona y vienen con las cosas muy claras”, explica la doctora Pilar Madero, directora del Centro de Análisis Genéticos de Zaragoza.


En los últimos años la demanda se ha mantenido estable debido a la crisis económica. “Se ha notado bastante porque en los años previos había crecido. Después se estancó y parece que este año está volviendo a repuntar”, subraya Madero. Prueba de ello es que durante este tiempo se han incrementado las pruebas de paternidad solicitadas por hombres que acuden después de un divorcio poco amistoso. “Cuando tienen alguna duda sobre su paternidad vienen para comprobar si sus inseguridades son ciertas y, si es así, se evitan pasar la pensión a sus hijos”, señala.


Los perfiles genéticos para intentar encontrar a la familia biológica también se han vuelto muy comunes, en especial, con todos los casos que se dieron hace un par de años de niños robados. “Los hacemos en colaboración con el Ayuntamiento y se dan en especial en padres que están todavía vivos y quieren saber si los restos que enterraron son de su hijo o no”, sostiene Madero.


Otro caso que también ha proliferado se da en inmigrantes. En concreto, cuando una persona que llevan varios años trabajando en España decide traer a “hijos”. “En ocasiones, el juez considera que esta reagrupación familiar no es tal, sino que las personas que vienen son amigos o simplemente gente al azar elegida por una mafia”, asegura. En este caso, es el magistrado el que debe dictaminar que se haga una prueba de paternidad, como ocurrió en Zaragoza hace solo seis meses. Un gambiano, que llevaba trabajando desde 1992 en Zaragoza, trajo a cinco hijos en 2007 cuando consiguió la nacionalidad. Sin embargo, la Brigada de Extranjería consideró que era imposible que fueran sus vástagos porque en uno de los casos no coincidían las fechas: en los nueve meses anteriores al alumbramiento no viajó a su país. En este caso, el magistrado solicitó unas pruebas de ADN a las que el hombre se negó, alegando que su condición de musulmán se lo prohibía.


A todas estas nuevas “variantes” hay que unirles las razones por las que se han realizado este tipo de pruebas a lo largo de los años. Demandas de paternidad cuando el supuesto padre no se quiere hacer cargo del hijo, la aparición de vástagos ilegítimos en el momento de la herencia y dudas de la madre sobre quién puede ser el padre. “Estas tres cuestiones son las que se han mantenido a lo largo de los años y todavía siguen teniendo un gran peso”, recalca.

Cualquier parte del cuerpo tiene ADN

Para conseguir realizar una prueba de paternidad valdría casi cualquier parte del cuerpo, aunque lo más común es tomar una muestra de células de la boca. “Una vez conseguida la fuente de investigación, se procede a su análisis en los laboratorios, que suele tardar unos ocho o diez días aproximadamente, aunque en el caso de huesos se tarda un poco más”, afirma la doctora Madero.


Existen tres tipos de pruebas diferentes. Por un lado está la informativa, que tiene un valor de 400 euros. En este caso una de las partes trae las pruebas de casa y no tienen la obligación de dar ningún dato puesto que los resultados no van a ser válidos legalmente. “La fiabilidad es total, pero nadie puede asegurar que los ejemplos que aporte sean verdaderamente de la persona que dicen que es, por lo que no tiene validez con terceros”, puntualiza.


Por otro lado está la legal, en ella sí que se identifica a las personas (con datos oficiales y una fotografía) y las muestras se cogen en el mismo laboratorio. En este caso su precio sube a los 600 euros puesto que sí que se pueden utilizar en juicios. “En el caso de que te hayas hecho una informativa y después quieras utilizarla legalmente, se tiene que volver a repetir todo el proceso para asegurar que ninguna muestra había sido contaminada en la primera”, subraya.


Finalmente se encuentran las pruebas judiciales, que son las que llevan a cabo exclusivamente a petición de un juez. Suele haber unas diez al año, pero el procedimiento que se sigue es algo diferente al resto. “En esta ocasión viene un secretario judicial para comprobar que es la persona a la que se le tiene que tomar muestras y algunas vez para certificar que no ha ido, puesto que muchos no aparecen”, explica.

Análisis de sangre a embarazadas, la última novedad

El campo de la genética vive en constante transformación. Uno de los últimos descubrimientos ha sido la posibilidad de poder realizar pruebas de ADN a las mujeres embarazadas a través de un análisis de sangre. “Antes había que hacer una amniocentesis y ahora con solo un análisis se obtienen los mismos resultados y de manera mucho más segura y rápida”, subraya. La diferencia radica fundamentalmente en el precio, puesto que suele ser más elevado en ésta última. “Solamente lleva un mes funcionando y su uso no está todavía estandarizado, en el momento en el que se logre, bajará considerablemente”, afirma.