Aragón

El Trofeo Magdalena, con solo nueve proyectos presentados, se queda desierto

El jurado concedió menciones a tres edificios que concurrían a la XXXVedición del certamen y otorgó a Heliodoro Dols el Diploma al Mérito en la Arquitectura

El Trofeo Magdalena, con solo nueve proyectos presentados, se queda desierto

"El Trofeo Ricardo Magdalena goza de una salud fantástica, pero la crisis ha hecho descender drásticamente el número de obras y este año solo concurrían al premio nueve proyectos. Con un número tan bajo de aspirantes, es muy difícil seleccinar a un ganador, así que el jurado ha decidido dejarlo desierto". Así explicaba ayer José Laborda Yneva, director de la cátedra de Arquitectura de la Institución Fernando el Católico (IFC), el fallo del jurado de la XXXV edición del premio. Desde que este inició su segunda etapa en 1995, jamás había quedado desierto.


La crisis le ha pasado factura. El año pasado ya concurrió un número bajo de aspirantes (29), pero este año el descenso ha sido drástico. El jurado estuvo presidido por Carlos Forcadell, director de la IFC; y compuesto por José Laborda; Carlos Labarta, profesor de la Universidad de Zaragoza; Inmaculada Ferreira, presidenta de la Demarcación del Colegio de Arquitectos de Zaragoza; y Javier Oñate, que actuó como secretario, con voz y voto.


Lo que sí hizo el jurado fue conceder tres menciones a otros tantos edificios, de muy variada condición: una vivienda unifamiliar de Montecanal diseñada por Ignacio González Olalla, Enrique Diego y Antonio Clavería; el Centro de Investigación Biomédica de Aragón (CIBA), obra de MTM Arquitectos (Javier Fresneda y Javier Sanjuán); y la Escuela Infantil Dadá, de Olga Barriendo.


Uno de ellos, la sede del CIBA, recibió hace unos meses el premio García Mercadal. "La mención ha sido una grata sorpresa –aseguraba ayer Javier Fresneda–. El principal reto del proyecto era integrar en su entorno al edificio, con dos partes muy diferenciadas dedicadas a la investigación y a la administración. La parcela era muy alargada y con un entorno a diferentes niveles de altura. Exteriormente, optamos por una ‘piel filtro’, con diferentes tipos de lamas que se pueden manejar desde dentro de cada estancia, y con las que se puede hacer un uso racional de la luz".

Tras la eficiencia energética

Si algo tienen en común los tres proyectos seleccionados, es un diseño meditado al milímetro en busca de la eficiencia energética. Lo tiene también la vivienda unifamiliar de Montecanal. "Es una vivienda familiar exenta y grande –relataba ayer Ignacio González Olalla–, en la que hemos jugado con el agua, con una piscina totalmente integrada en la vivienda; el fuego, a través de un hogar y chimenea en cada planta; y la tierra, expresada a través de la vegetación. A los tres elementos clásicos hemos añadido nosotros la luz. Y es que la vivienda está horadada en vertical por varios lucernarios que derraman la luz en el interior". La vivienda cuenta con paneles solares y se ha estudiado la orientación y los materiales para que sea lo más energéticamente eficiente posible.


El mismo principio ha inspirado a Olga Barriendo en su diseño de la Escuela Infantil Dadá. "Trabajamos mucho la fachada, con un sistema de parasoles y elementos vegetales aportados con una malla con jardineras –comentaba ayer la arquitecta–. Nos gusta trabajar de una manera diferente y sugerimos a nuestro cliente desde el diseño gráfico hasta el nombre de la guardería, que está en la calle ‘Mi tío’, la película de Tati. En el interior de la guardería construimos un mueble que recuerda a la casa de ese filme".

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