El nuevo arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez, tomará posesión el domingo 21
Roma, que ordenó a Ureña dejar el cargo, nombra como sucesor al hasta ahora prelado de Santander, quien afirma que pedirá la ejecución de la sentencia para que vuelvan las obras
A la sorpresa que causó en su día la renuncia de Ureña -públicamente alegó motivos de salud, aunque después se supo que el Papa había ordenado su cese tras conocer que entregó 60.000 euros a un diácono que denunció presuntos abusos por parte del párroco de Épila, aunque el jueves afirmó en un comunicado que dejó la Iglesia "voluntariamente", se sumó ayer la del elegido para relevarle. Jiménez, soriano de 70 años, no figuraba a priori entre los principales aspirantes a ocupar la plaza de Zaragoza. Es más, incluso él expresó ayer "la gran sorpresa" con la que recibió su nombramiento, ya que a su edad, confesó, pensaba que terminaría su misión diocesana en la capital cántabra, que dejará con "pena", afirmó, y donde ha "gozado y sufrido".
En este sentido, no ocultó en su mensaje de despedida que le costó abandonar en 2007 su tierra natal, donde estuvo al frente del cabildo de la concatedral de Soria hasta que fue nombrado obispo de esa diócesis en 2004. Ahora, la Iglesia le ha encomendado una nueva misión que iniciará después de despedirse el jueves de Santander. Seguirá siendo administrador de ese obispado hasta que se nombre un nuevo prelado.
Pese a los "sentimientos encontrados" que dijo tener ayer, Vicente Jiménez resaltó que se trata de "una grata noticia". Pero antes de marcharse de la capital cántabra, quiso pedir "perdón y disculpas". "Os he podido ofender a algunos de palabra, obra y omisión, y sin duda habré defraudado a otros", afirmó, al tiempo que ofreció "perdón sincero a los que han podido ofenderme".
Cerrado ese capítulo, le toca ahora abrir el siguiente en "esa querida tierra aragonesa" a la que viene "con el deseo de poder servir a sus gentes". "Quiero ser el arzobispo de todos y para todos", expresó en el saludo que dirigió a sus nuevos fieles.
Y a la espera de una primera toma de contacto con los retos y preocupaciones que afronta la Iglesia aragonesa, ayer no dudó en posicionarse con toda claridad sobre el conflicto de los bienes sacros que reclaman a Lérida las diócesis de Barbastro-Monzón y Huesca. "Es hora de ejecutar los dictámenes de la Santa Sede en las más altas instancias porque ha habido un proceso y unas resoluciones que son concluyentes", declaró Vicente Jiménez en relación a los numerosos pronunciamientos favorables a Aragón. El nuevo arzobispo añadió que está dispuesto a solicitar su ejecución para conseguir su devolución, "siempre desde el diálogo y la concordia", subrayó.
En su saludo, también tuvo un recuerdo especial para el actual administrador diocesano, Manuel Almor, y para todos los obispos aragoneses, incluido Ureña, del que destacó su "entrega pastoral". Precisamente uno de los primeros asuntos que tendrá que gestionar Vicente Jiménez será la investigación abierta por la archidiócesis para aclarar lo ocurrido entre el párroco de Épila y el exdiácono. Sobre este tema, prefirió no pronunciarse ayer. "No conozco los detalles, cuando llegue a Zaragoza me pronunciaré, ahora es prematuro", manifestó.
Mientras, para Vicente Jiménez fue un día de felicitaciones y de celebración de su designación, como la que se vivió en su pueblo natal, Ágreda, donde las campanas repicaron durante horas en honor de su vecino.