El 'Prestige' que se hundió en el río

El municipio de Sabiñánigo y la cuenca del Gállego llevan 30 años conviviendo con el lindano. El caso más grave de contaminación conocido en Aragón se ha evidenciado estos días, pero latía en el subsuelo, enterrado bajo miles de toneladas de residuos del pesticida químico  

Uno de los operarios durante la desmantelación del vertedero de Bailín este mismo mes.
El 'Prestige' que se hundió en el río
Javier Blasco

Más de 80.000 toneladas de residuos sólidos y entre 4.000 y 6.000  de desechos líquidos del pesticida lindano, almacenados en bidones o vertidos directamente sin ningún tipo de control entre 1975 y 1989. La herencia envenenada de Inquinosa ha aflorado ahora por el río Gállego, pero lleva años recorriendo los acuíferos desde los vertederos, la fábrica y el embalse. Si Galicia tuvo su ‘Prestige’, la contaminación en Aragón lleva el sello de Industrias Químicas del Noroeste. 


La empresa vasca dejó una factura medioambiental en Sabiñánigo, su entorno y toda la cuenca, y otra económica de más de 50 millones de euros, el total del dinero invertido por los gobiernos central y autonómico desde 1995.  Pero además, hay un gasto anual de 2,2 millones en control y vigilancia, y la Dirección General de Calidad Ambiental estimó en 100 millones el coste de la descontaminación integral. Hasta el 2040 habrá que velar por la seguridad de los vertederos.  


El lindano se ha despertado y ha hecho su aparición en el aire y en el agua. A los malos olores denunciados en Sabiñánigo se une la prohibición de beber agua en la ribera del Gállego. Ambos episodios coinciden en el tiempo con el desmantelamiento del vertedero de Bailín y el traslado de los residuos a un vaso más seguro dentro del mismo recinto. Aquí han ido a parar más de 160.000 metros cúbicos de tierras contaminadas, después de clasificarlas y aislar las sustancias más peligrosas en bidones con destino a una incineradora en Francia.   


Bailín, muy cerca de la ciudad de Sabiñánigo, fue utilizado entre 1984 y 1992 para eliminar desechos industriales y urbanos y aquí se coló Inquinosa arrojándolos indiscriminadamente. El sellado realizado en 1995 se demostró ineficaz. A los diez años se vio que los líquidos densos percolaban hacia el Gállego por la red de acuíferos. Desde 2006 a 2011 se extrajeron 20.000 litros gracias a una red de 150 piezómetros y un sistema de bombeo. Para atajar las continuas fugas se decidió el nuevo traslado, que no parece una solución definitiva pero permitirá un almacenamiento más seguro a la espera de descontaminar el acuífero con nuevas técnicas de eliminación del lindano que actualmente están en periodo de pruebas.  


Bailín no es el único foco potencialmente contaminante. Al otro lado del río está el vertedero de Sardas, sin impermeabilización en su base. Por el volumen y variedad de la basura química se descarta desmantelarlo y solo cabe tener controlados los residuos líquidos para evitar que lleguen al subsuelo. Las fugas se han infiltrado a través del aluvial del río hasta el embalse, el tercer foco de afección, situado a pocos metros. En 2010, la CHE hizo sondeos para concluir que "no tienen efectos adversos sobre la salud humana ni sobre los ecosistemas, ni sobre los potenciales usuarios". El embalse no tiene tomas de abastecimiento ni riego, solo uso recreativo.


En la otra orilla, formando un triángulo venenoso, se localiza el último y más desconocido foco, la fábrica, abandonada tras el cierre definitivo en 1994. Las primeras inspecciones en 2010, con mandato judicial, ya que la propiedad prohibía la entrada, descubrieron "derrames y roturas de los envases" e "indicios evidentes de la posible contaminación de suelos". Dentro y bajo esta ruina industrial se descubrieron más de 100 toneladas de residuos, reactivos y ácidos. Pero el dinero público se concentraba en Bailín y no  daba para atajar este otro frente. 


Informes técnicos evidencian el grave riesgo que suponen todos ellos "por la proximidad del cauce receptor, el río Gállego, y la complejidad de los acuíferos afectados". Aunque según la DGA la contaminación se mantiene en niveles "asumibles" para el medio ambiente y la salud, alertas como la de hace 10 días con el agua invitan a no bajar la guardia.