El 'Independence Day' villarroyano

Hoy celebran el 60 aniversario de su reconocimiento como pueblo, en 1954, y la segregación que se firmó el 4 de julio del 52

Un grupo de vecinos del pueblo, entre ellos Rosa Franco (de rayas), ayer, junto al club social.
El 'Independence Day' villarroyano
Jesús Macipe

No hubo desfiles o partidos de béisbol para celebrar el 4 de julio, como ocurre cada año en Estados Unidos con motivo de la fiesta nacional (‘Independence Day’) que conmemora la firma de la independencia del país en 1776. La de ayer, de hecho, fue una jornada tranquila en Villarroya del Campo, uno de esos pueblos en los que, como decía el popular ‘spot’ publicitario –en esa ocasión referido a Miravete de la Sierra–, nunca pasa nada. Pero sí que pasa. Y mucho. Al menos, hoy. Con motivo del 60 aniversario del reconocimiento de Villarroya del Campo como municipio, se ha preparado una auténtica fiesta. Más «rústica» que la americana, como bromea su alcalde, José Carlos Franco, pero, sin duda, emotiva. 


Después de inaugurar el ‘Paseo 4 de julio, día de la segregación’, vía que da acceso al pueblo por la carretera CV-647 y que tiene «dos aceras, bancos y arbustos» –como detallaron en una nota informativa remitida a la prensa–, habrá una comida popular, una mesa redonda y un homenaje a los mayores de 80 años, así como a todos los alcaldes del pueblo desde 1954.


Una exposición mostrará la evolución del municipio en estas seis décadas a través de imágenes, aunque quienes lo conocieron no necesitan instantáneas para recordarlo. Es el caso de Esther Abián, vecina de Villarroya, que a finales de 2014 cumplirá 80 años.


«Estábamos en el campo y empezamos a oír las campanas. Cuando volvió mi hermano, que se había ido a por la comida, nos dijo que se había producido la segregación y empezamos a bailar. Fue una gran alegría», comenta Esther. «Entonces había mucha gente –unos 300 habitantes–, pero dependíamos para todo de Villadoz. Un juicio, el registro de un niño... Eran solo cuatro kilómetros de distancia, pero entonces no había ni bicicletas y había que ir andando», continúa.  

Aunque hubo otro intento previo de independencia en 1925, no fue hasta 1945 y gracias a un inspector de colegio, Juan Antonio Martínez Barrado –que estaba casado con una mujer del pueblo–, cuando empezaron a movilizarse otra vez por este asunto. En 1952 se firmó el decreto de segregación. Y dos años más tarde, en 1954, se hizo efectiva, al incluirse en los planes de desarrollo de la Diputación. 


Lo primero que se construyó con ayuda institucional fue un lavadero. Luego llegaron las escuelas, la casa de los maestros... Sesenta años después se han perdido vecinos –hay 84 censados, pero en invierno apenas 30– y también servicios, pero no las ganas de celebrar esta efeméride. «Entonces solo tenía seis años, pero recuerdo que se hizo una fiesta y que todos contaban cuánto habíamos ganado con la segregación», contó Rosa Franco, vecina de 66 años. Hoy, volverán a festejarlo.