Aragón brilla con la llegada de la Vuelta a España

Tarazona ha protagonizado la única contrarreloj de esta edición, respaldada por cientos de aficionados, mientras que el pelotón sale este jueves desde Maella y vuelve a la provincia de Huesca el lunes, con la repercusión económica y visibilidad que aporta a la comunidad.

La Vuelta, en Tarazona
La Vuelta, en Tarazona_3
GUILLERMO MESTRE

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Tarazona hizo grande a la Vuelta y la Vuelta hizo grande a Tarazona. La localidad zaragozana, protagonista de la única contrarreloj de esta edición de la prueba ciclista, se abrazó este miércoles con la prueba ciclista para disfrutar de su momento de gloria deportiva pocos días después del final de sus fiestas. Comenzaron con el tradicional Cipotegato y, aunque oficialmente acabaron el domingo, se han 'prolongado' para recibir al pelotón con ambiente de día grande. Pero el jolgorio de bicicletas, ciclistas, coches, camiones, voluntarios, cámaras, policías, guardias civiles y aficionados no solo salpicará a la comarca de Tarazona y el Moncayo.


Este jueves la Vuelta a España vuelve a pasar por Aragón, aunque solo cuatro kilómetros -desde Maella pasan a Cataluña-, y el lunes el pelotón regresa a la comunidad, esta vez a la provincia de Huesca, donde los aficionados podrán disfrutar de una etapa de 146,8 kilómetros que discurrirá de forma íntegra por territorio aragonés, con salida desde Graus y meta en la estación de esquí de Aramón Formigal. "Durante tres jornadas, Aragón va a estar presente a nivel mundial a través del ciclismo", aseguraba Félix Brocate, director general de Deporte del Gobierno de Aragón.


La primera ha tenido el nombre de Tarazona, aunque también ha pasado por las pequeñas localidades de Torrellas, Los Fayos, Lituénigo y Santa Cruz del Moncayo. Pero la capital de la comarca ha brillado con luz propia gracias a la atípica estampa de la plataforma de salida en el medio de la antigua Plaza de Toros. "Entendíamos que una etapa como ésta de la Vuelta Ciclista a España era una buena ocasión de promocionar la ciudad", indicaba el alcalde de la localidad y presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza, Luis María Beamonte: "Tarazona es una referencia por su patrimonio arquitectónico y medioambiental, por tener hijos ilustres y por un certamen de cine cada vez más influyente. ¿Por qué no usar también la baza del deporte?".


Y es que fueron cientos de turiasonenses los que disfrutaron de este evento de primer nivel, pero también llegaron muchos aficionados de todos los puntos de la comarca, de la comunidad e incluso de regiones vecinas. "El Moncayo se presta para el ciclismo. Muchos aficionados se acercan desde el País Vasco, La Rioja, Navarra o la propia comunidad de Aragón", explicaba Beamonte. Pero no solo acudieron seguidores de este deporte, sino también algún ilustre del ciclismo, como el cinco veces campeón del Tour de Francia Miguel Indurain o el aragonés Fernando Escartín.


Tarazona y Aragón se han volcado con la Vuelta, y solo es la primera etapa que tenemos aquí. Todavía queda la de Formigal, así que está siendo muy bonito para la región”, describía Escartín, quien será homenajeado en la etapa del próximo lunes, que pasa por su localidad natal, Biescas, y por unas carreteras que conoce como la palma de su mano. “Este año la presencia en Aragón ha sido importante, y no solo en el aspecto deportivo. Todos los equipos van a estar durante varios días alojados en establecimientos de la comunidad”, añadía el célebre ex ciclista, aludiendo a la repercusión económica de esta prueba deportiva.


Un importante impacto económico

El Gobierno de Aragón estima que cada etapa deja en la comunidad medio millón de euros, 100.000 por noche solo en los establecimientos hoteleros y, según Beamonte, la contrarreloj de Tarazona habría dejado unos 800.000 en la provincia de Zaragoza, teniendo en cuenta que todos los equipos se han alojado durante dos noches en hoteles de la capital aragonesa, Tarazona, Utebo, San Juan de Mozarrifar y La Puebla de Alfindén. Antes de la etapa de Graus, hasta cinco equipos dormirán también en establecimientos de Bielsa y Boltaña y, tras la carrera, la inmensa mayoría vuelven a alojarse en hoteles de Zaragoza y sus alrededores.


Eso, por no hablar del impacto directo sobre la hostelería de las zonas por las que pasa la Vuelta ya que, además de a centenares de aficionados, cada etapa mueve a casi 3.000 personas entre ciclistas, miembros de los equipos y de la organización. “El impacto es muy grande, sobre todo para localidades no demasiado grandes, ya que es un evento que mueve a mucha gente”, aseguraba el dueño del bar Palermo de Tarazona, quien cree que ha llegado en un buen momento para el municipio: “Después de las fiestas, que acabaron el domingo, siempre hay un periodo de mucha calma para los negocios, y la Vuelta ha venido bien para reanimar un poco el consumo”.


Indurain, otro ilustre en Tarazona

“La Vuelta es un evento importante para cualquier localidad, y especialmente para Tarazona, que ha tenido la suerte de poder vivir la única contrarreloj de este año. Y, además, con la salida y la meta juntas”, señalaba Indurain, quien no desaprovechó la ocasión para ver en directo la etapa de este miércoles: “Me he acercado porque estaba cerca de casa, y además una contrarreloj, que siempre son bonitas”. El pentacampeón de la ronda francesa fue el maestro de ceremonias en el podio y aprovechó para saludar a muchos ciclistas. Entre ellos, Ángel Vicioso, el único aragonés del pelotón, con quien habló antes de que éste saliera, pocos minutos después de las 15.00.


Y es que si hay alguien que vivió con especial intensidad la contrarreloj, además del suizo Fabian Cacellara, ganador de la etapa, y el italiano Vicenzo Nibali, que recuperó el 'maillot' rojo de líder, fue el corredor zaragozano de Katusha. “Aquí todo el mundo me conoce y me trata muy bien", aseguraba el ciclista antes de la carrera. Especialmente bien le trataron la treintena de vecinos de Alhama de Aragón, su localidad, que acudieron a animarle a Tarazona. “No hemos venido de forma organizada, pero al final nos hemos juntado unos cuantos”, explicaba Jesús Soler, miembro de la antigua peña ciclista Ángel Vicioso, extinta formalmente, pero todavía viva de corazón.