Fiestas de San Atilano

Tarazona estalla en fiestas

Turiasonenses y visitantes abarrotaron la plaza de España de la ciudad del Queiles para ver la salida del Cipotegato del Ayuntamiento.

Turiasonenses y visitantes han abarrotado la plaza de España de la ciudad del Queiles para ver la salida del Cipotegato del Ayuntamiento.
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AYUNTAMIENTO DE TARAZONA

En torno a 12.000 personas han recibido este martes al Cipotegato 2013, fiesta declarada de Interés Turístico Nacional y que este año ha sido representado por el joven turiasonense Víctor Villarroya, al que han lanzado más de 10 toneladas de tomates al grito de '¡Cipote, Cipote!'.


Este turiasonense, ayudado por los miembros de su cuadrilla y los veteranos de las peñas festivas de la ciudad, se ha abierto paso entre la multitud, y ha realizado un recorrido que se había hecho oficial hace unos días en el que ha invertido alrededor de 12 minutos.


Ha confesado que ha pasado "momentos de agobio, sobre todo en la salida", en los que incluso le ha llegado a faltar la respiración, ha informado el Ayuntamiento de Tarazona.


A su vuelta a la Plaza de España, y desde el monumento a la figura del Cipotegato, ha sido izado hasta la base de este monolito, y ha saludado a la multitud que le vitorea, y desde allí ha sido llevado a hombros e introducido nuevamente en el interior de la Casa Consistorial. "Para mi ese momento es increíble, indescriptible y con un fuerza que no se puede explicar hasta que no se conoce", ha asegurado Víctor.


Finalmente, el 'Cipotegato 2013' se ha desprendido de su capucha, gesto con el que ha dado a conocer su identidad, que hasta entonces permanecía en secreto. Villarroya calificó la experiencia "sin palabras, llena de emoción y de mucho, mucho sentimiento".


Fiestas de San Atilano


Villarroya ha querido dedicárselo a su padre, que cumplía años este martes, además de a su familia, sus amigos y todo la gente que le "ha arropado". Con la salida del Cipotegato, se inician las fiestas de la ciudad en honor a su patrón, San Atilano, que se prolongarán hasta el próximo 1 de septiembre.


Durante estos días, este joven turiasonense participará en diferentes actos festivos.


Sin duda, que este personaje, con una gran historia a sus espaldas, se ha convertido en un gran foco de atracción para muchos visitantes que quieren conocer la fiesta 'in situ' y poder ser testigo de la emoción que este acto encierra.



300 años de Cipotegato

Este personaje ha cambiado durante más de 300 años y hasta los años finales del siglo XX no se sabía casi nada y ha costado muchos años ir descubriendo sus oscuros orígenes y su evolución hasta llegar al día de hoy, en el que el Cipotegato se ha convertido en emblema de la ciudad de Tarazona.


Es un personaje que ha caminado por una fiesta religiosa como el Corpus Cristi hasta iniciar las fiestas civiles de Tarazona. De bufón a mojigato, o al mismo diablo, se ha transmutado en un acto que en la actualidad representa una cualidad positiva y de orgullo para los habitantes de esta ciudad aragonesa, ha destacado el Ayuntamiento de Tarazona.


Así pues, el antiguo 'Pellexo de Gato' acompañó más de 200 años la fiesta del Corpus cumpliendo su papel de "encorrer" a los niños para que no entorpeciesen los oficios religiosos hasta que se incorporó al dance de Tarazona.


Con el paso del tiempo fue ganando fuerza y tradición, casi como el propio diablo, porque hacía daño a los muchachos con el palo y fue tan denostado que incluso se llegaba a decir en Tarazona "eres más tonto que el Cipotegato".


Ya en pleno siglo XX el Cipotegato salía el 27 de agosto por la puerta de la antigua lonja municipal tranquilamente, andando y por un pasillo enorme. Sólo algunos niños se atrevían a desafiar el poder de este personaje vivo y en permanente evolución lanzándole gallones y después tomates, como manda la tradición. Poco a poco, la gente fue tomando la Plaza de España como suya y la fiesta comenzó a tomar cuerpo y fuerza, como se demostró aquel Cipotegato del año 1974 cuando todo el pueblo, por primera vez, lanzó tomates contra la Policía Local, el alcalde y la Reina de las fiestas de aquel año.


Aquel que era mal visto, que solo se le pagaban unas cuatro perras, unas alpargatas y un abono para los toros; ese Cipotegato, con más de 250 años, muere en 1985 ya que ese año nadie quiso salir. A partir de aquí nace otro nuevo Cipotegato, al que se presentan voluntarios para representarlo gratuitamente y por orgullo, y cada año son más.