Tan solo el 1,5% de las bajas por maternidad son compartidas en Aragón entre el padre y la madre. Este derecho otorga las seis primeras semanas de prestación después del nacimiento a la madre, para su recuperación del parto, mientras que las diez siguientes puede cederlas a su pareja.

Sin embargo, de enero a octubre de este año han sido 99 los padres que se han acogido a su derecho a la baja con motivo de la llegada de un hijo, mientras que en 6.358 casos (el 98,5%) lo ha monopolizado la madre. Por provincias, son 13 bajas de hombres en Huesca, 12 en Teruel y 74 en Zaragoza, según los datos facilitados por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social.

Los motivos de esta realidad van desde la coyuntura económica -cada vez hay menos hogares en los que ambos cónyuges tienen un empleo- hasta los factores sociales y culturales, ya que tradicionalmente ha recaído sobre la mujer la máxima responsabilidad de la maternidad.

En el conjunto del país se han tramitado 228.305 bajas por nacimientos o adopciones, en las que 3.900 (1,7%) ha participado el padre. En cualquier caso, todos los indicadores bajan respecto al mismo periodo del 2011 debido al descenso de la natalidad que trae consigo la crisis económica y el retorno de la población extranjera a sus países de origen.

Esta caída queda reflejada en el gasto total que suponen las prestaciones por maternidad para las arcas del Estado. En Aragón se han destinado 36,5 millones de euros para este apartado, un millón menos que el año pasado. En España ese ahorro asciende a 56 millones.

Miedo al despido

Por otro lado, los padres cuentan con su propia prestación por paternidad, que les reconoce dos semanas de baja con motivo de la llegada de un nuevo miembro a la familia. Sin embargo, la actual situación de inestabilidad laboral lleva a muchos trabajadores a renunciar a este derecho por miedo al despido.

En lo que va de año, se han registrado 6.358 bajas por maternidad frente a 5.980 de paternidad. No toda esa diferencia (477) se refiere a casos de temor a las consecuencias laborales, pero sí refleja una realidad cada vez más presente desde que comenzó la crisis económica.