Solidaridad

Los proyectos de desarrollo aragoneses sufren para encontrar voluntarios

El alto precio de los viajes a otros continentes y las escasas ayudas impiden colaborar a muchos voluntarios, que deben sufragar unos gastos que suelen superar los 1.000 euros.

Miembros de Ingenieros sin Fronteras, en el Sáhara.
Los proyectos de desarrollo aragoneses sufren para encontrar voluntarios

Ser solidario es una virtud, pero en algunas ocasiones puede convertirse también en un lujo que no todos pueden permitirse. De hecho, muchas oenegés han tenido problemas para encontrar a aragoneses dispuestos a pagar hasta 1.000 euros por participar en proyectos de cooperación al desarrollo en Sudamérica, Centroamérica, África o Asia.


“De las 15 personas que iban a viajar, cinco o seis no podrán ir porque no tienen el suficiente dinero o porque esperan encontrar un trabajo durante el verano”, asegura María Rubio, técnica de cooperación de la Asociación Hermanamiento León, que organiza estancias de un mes en los meses de julio y agosto para conocer otra cultura e intercambiar experiencias con familias de esta localidad de Nicaragua.


Algunos esperan hasta el último momento para ver si consiguen la suma necesaria para pagar el billete y la estancia, pero en muchos casos la situación económica supera a las ganas de embarcarse en estas aventuras. “Mucha gente piensa que es gratis, pero en la mayoría de los casos no es así. Las oenegés ofrecen a los voluntarios la oportunidad de vivir una experiencia única, convivir con personas de una cultura diferente y conocer otro país y otra sociedad”, asegura Sonia Méndez, secretaria técnica de Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS), una entidad que realiza labores de información y orientación a todos los interesados en participar en proyectos de cooperación al desarrollo.


Las asociaciones no tienen fondos para pagar todos estos gastos, que suelen oscilar entre los 1.000 y 2.000 euros. En la mayoría de los casos hay que hacer un curso de cooperación internacional, comprar los billetes y, en ocasiones, pagar algo por la estancia”, explica Méndez.

Aumenta el número de interesados


No obstante, la página web de la FAS, en la que se puede encontrar toda la información necesaria para participar en estos proyectos, indica que aumenta el número de interesados: en todo el 2011 recibieron 3.000 visitas, mientras que solo en el primer trimestre de este año se han superado las 4.000.


Sin embargo, estas cifras no se ven reflejadas en el número de personas que acaban materializando su inquietud en forma de viajes o estancias solidarias en países en vías de desarrollo. “La gente está interesada en conocer otros países y culturas. Y, con la crisis, también hay mucha más gente con disponibilidad y ganas de sentirse útiles”, explica la secretaria técnica de esta federación. Pero en muchas ocasiones, quien tiene dinero no dispone del tiempo suficiente, y viceversa.


“Mucha gente también se encuentra con que hay que tomar la decisión varios meses antes, pues muchas asociaciones también realizan cursos de formación para las personas que desarrollarán el voluntariado sobre el terreno”, explica Méndez, quien sí destaca que lo importante de estas experiencias no es el precio, sino el “valor” de lo que se aprende: “Algunos voluntarios vuelven demasiado impactados porque no se imaginaban cómo puede ser la vida en esos países o no esperaban ver imágenes tan duras, pero la mayoría de los participantes vuelven encantados. Lo que recibes allí es mucho más de lo que das y cuando ves lo feliz que es la gente con tan poco aprendes a valorar lo que tienes aquí”.