Solidaridad

"Cuando realizas un viaje solidario necesitas repetir"

Decenas de aragoneses participan cada verano en diferentes proyectos de cooperación al desarrollo que organizan diferentes oenegés de la Comunidad.

Alodia y Víctor se preparan para viajar a Senegal
?Cuando realizas un viaje solidario necesitas repetir?
J. L. G.

Bolivia, Nicaragua, El Salvador, Senegal, La India... Los destinos son variados, pero el objetivo del turismo solidario siempre es el mismo. “Es una forma diferente de ver el mundo. No solo conoces otro país, sino que durante un tiempo te integras completamente en su cultura y, además, ayudas a sus habitantes”, asegura María Pinar, una zaragozana que aprovechó el verano pasado para dar clases en un pueblo de Guatemala y dentro de pocas semanas partirá rumbo a Perú.


No todo el mundo puede permitirse este tipo de experiencias, bien por falta de dinero o de tiempo, pero todos los que han formado parte de uno de estos proyectos lo recomiendan. “Hace dos años estuve unos meses en Perú y cuando volví tenía claro que repetiría. Cuando realizas un viaje así necesitas repetir”, explica Alodia Cester, que a principios de julio iniciará su segunda aventura.


En esta ocasión, cambiará de continente y de compañía, ya que viajará a Senegal junto a su pareja y dos amigos. “Ella me convenció para que hiciéramos algo así, pero yo le convencí a ella de que fuéramos a África”, indica Víctor Clos, quien todavía no es consciente de que en pocas semanas habrá cambiado las calles de Zaragoza por la costa senegalesa.

"Aprendes más de lo que enseñas"


Pero antes incluso de haber comenzado a sumergirse entre maletas, mapas y guías, ya se han encontrado con los primeros problemas. “Justo vamos en el mes del Ramadán, así que me imagino que en ocasiones no será fácil encontrar sitios donde comer durante el día”, dice Cester, quien participará en un programa de escolarización de niños menores de seis años, que en muchas ocasiones no tienen recursos para ir al colegio. “Aprendes mucho más de lo que puedes enseñar”, confiesa la joven.


El impacto emocional de estas experiencias en los voluntarios siempre es fuerte, pero en muchas ocasiones se diluye entre la rutina. “Vuelves muy concienciado y te sientes afortunado hasta por darte una ducha de agua caliente, pero te acostumbras rápido a la vida de siempre”, afirma Cester, a quien ni siquiera la rutina le ha hecho olvidarse de ese deseo de repetir la experiencia. “A mi madre no le hace tanta gracia”, concluye esta zaragozana, que ya es un poco peruana y en un mes descubrirá su parte senegalesa.