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Piedras en la vesícula y otras dudas de Cirugía General: Quirónsalud responde

Los doctores Guillermo Pola, Marta Gutiérrez y Marta Allué, del equipo de Quirónsalud Zaragoza, han contestado a las dudas enviadas por los lectores al consultorio médico patrocinado de Heraldo.es.

Los expertos del Consultorio Médico responden a las cuestiones de los lectores.
Los expertos del Quirónsalud responden a las cuestiones de los lectores.
Pixabay

A pesar de que el uso de páginas web para consultar cuestiones relacionadas con el diagnóstico o tratamiento de enfermedades está muy extendido entre los usuarios de la red, no siempre es fácil filtrar la información sobre salud que puede encontrarse en internet. Para evitar confusiones, los doctores Guillermo Pola, Marta Gutiérrez y Marta Allué, expertos en Cirugía General del equipo de Quirónsalud Zaragoza, han contestado a las dudas enviadas por los lectores al consultorio médico patrocinado de Heraldo.es

Para un diagnóstico más concreto, los doctores recomiendan la visita a un especialista.

Bultoma bajo el pabellón auditivo

Pregunta del lector: Hola, me ha salido un bulto debajo de la oreja. Es duro y no se mueve cuando lo toco. ¿Qué puede ser? ¿Debería preocuparme?

Respuesta de la doctora Gutiérrez: La aparición reciente de un bultoma bajo el pabellón auditivo, plantea un amplio diagnóstico diferencial. Habria que considerar que pudiera tratarse de un tumor benigno o maligno de origen cutáneo o de los tejidos blandos que se encuentran en profundidad como los lipomas, quistes sebáceos, neurofibromas, paragangliomas, hemangiomas, sarcomas, tumores de parótida, etc.

También puede tratarse de una adenopatia o ganglio de la región cervical superior, que haya aumentado de tamaño en respuesta a procesos inflamatorios por enfermedades específicas como la tuberculosis o que sean secundarias a un cuadro infeccioso, generalmente de origen respiratorio o de la boca.

Asimismo sería fundamental descartar una neoplasia en esas adenopatias, pudiendo tratarse de un linfoma o de metástasis de otros tumores ubicados en órganos cercanos.

Por tanto, lo más conveniente sería solicitar cita en la consulta de cirugía para que pudiéramos explorarle personalmente la lesión que usted presenta y solicitarle una prueba de imagen como una ecografía o un escáner si lo consideráramos oportuno y así poder valorar cuál es el tratamiento más adecuado en su caso.

Cambios en el hábito intestinal

Pregunta del lector: Buenos días. Durante toda la vida he sido muy regular yendo al baño, pero desde hace unos meses tardo varios días en ir y siento dolor cuando hago mis deposiciones. Como no es una preocupación constante he dado por hecho que se trata de algo leve y no me he planteado ir al médico. ¿Podría tratarse de algún problema mayor?

Respuesta del doctor Pola: Los cambios en el hábito intestinal (estreñimiento, diarreas, alteraciones en la morfología de las heces) son un motivo de consulta frecuente. Suelen relacionarse con algún cambio en el estilo de vida (dieta, ejercicio físico, situaciones de estrés emocional o laboral...) pero en función de la edad del paciente y el tiempo de evolución, pueden obligarnos a descartar patología orgánica subyacente.

La asociación de estreñimiento y dolor anal con la defecación, nos obliga a descartar en primer lugar una fisura anal. La fisura es un desgarro de la mucosa anal que habitualmente se produce como consecuencia de la evacuación de heces duras y de gran tamaño. Esta herida en el canal anal produce un intenso dolor durante la defecación, acompañándose habitualmente de sangrado intermitente. El diagnóstico se establece con una exploración clínica en la que se objetiva la presencia y localización de la fisura, así como una hipertonía del esfínter anal que puede dificultar su cicatrización. Si tras una correcta exploración no se identifica fisura u otra patología que pueda explicar el dolor anal, la valoración endoscópica del colon (colonoscopia) es una exploración mandatoria para descartar algunas patologías (enfermedad diverticular, tumores, síndromes poliposicos, enfermedad inflamatoria intestinal…) que pueden provocar cambios en el ritmo intestinal habitual y requerir tratamiento específico.

Si finalmente se confirma el diagnóstico de fisura anal mediante la exploración física, debemos de conocer la existencia de múltiples herramientas para su tratamiento. Según el último documento de consenso de la Asociación Española de Coloproctología y de la Sección de Coloproctología de la Asociación Española de Cirujanos, el tratamiento conservador está contemplado como primer escalón terapéutico. Es un tratamiento básico, seguro y con pocos efectos secundarios, por lo que se ha consolidado como tratamiento de primera línea de la fisura anal. Este manejo conservador reúne una serie de medidas que se enumeran a continuación y que deben ser recomendadas a todo paciente diagnosticado de fisura anal:

- Aumento de la ingesta de fibra dietética y agua

- Baños de asiento durante 10 minutos, después de cada deposición y al menos tres veces al día (evitar papel higiénico de celulosa)

- Uso de laxantes ablandadores del bolo fecal

Si tras la correcta instauración de estas medidas no hay mejoría de la sintomatología en 6-8 semanas, podemos plantear asociar algún tratamiento médico. Se ha contrastado la eficacia de fármacos como la Nitroglicerina o el Diltiazem en aplicación tópica para el tratamiento de la fisura. También puede ser útil la inyección de toxina botulínica, especialmente indicada en pacientes con alto riesgo de incontinencia fecal tras cirugía.

Si toda estas medidas higienico-dietéticas y fármacos fracasan en el tratamiento de la fisura anal, el siguiente escalón terapéutico sería la cirugía. De todas las técnicas disponibles, la más extendida es la esfinterotomía lateral interna, consistente en la sección el esfínter anal interno con el objetivo de disminuir su tono y facilitar su relajación. De esta forma, se consigue favorecer la cicatrización de la fisura entre el 92 y 100% de los casos. No obstante, además de ser un procedimiento invasivo, se han registrado tasas de incontinencia post-esfinterotomía que varían del 3,3 al 16 %, por lo que esta técnica se reserva para casos en los que el resto de opciones terapéuticas han fracasado.

Piedras en la vesícula

Pregunta del lector: Mi médico me ha diagnosticado piedras en el interior de la vesícula. Me ha dicho que, si no es posible disolverlas, la única opción es la cirugía para extraer la vesícula. ¿No es posible seguir ningún otro tratamiento?

Respuesta de la doctora Allúe: La presencia de litiasis biliar es muy frecuente. Entre un 10 y un 20% de la población adulta va a tener piedras en la vesícula biliar, cifra que aumenta a un 25-30 % en personas mayores de 70 años. No se conocen con exactitud las causas de la formación de estos cálculos, pero si sabemos que se relacionan con factores hormonales, el tipo de alimentación, el sobrepeso, la diabetes y el sexo femenino.

En muchos casos la litiasis biliar cursa de forma asintomática pero la probabilidad de desarrollar síntomas con el paso del tiempo es elevada. Estos síntomas pueden presentarse como cuadros leves o de mayor gravedad:

- Dispepsia biliar: consiste en una intolerancia a las comidas grasas, flatulencias, distensión abdominal pudiendo asociar náuseas y vómitos.

- Cólico biliar: dolor abdominal intenso que en muchos casos obliga al paciente a acudir a urgencias y precisar tratamiento.

- Colecistitis. Inflamación-Infección de la vesícula causada por la obstrucción de los conductos biliares que se manifiesta por dolor y fiebre. Es una complicación grave que requiere ingreso hospitalario y en muchas ocasiones intervención quirúrgica de urgencia.

- Coledocolitiasis: Obstrucción del conducto colédoco por uno o más cálculos causando dolor e ictericia. Puede requerir la realización de pruebas invasivas (endoscopia) para su resolución y en algún caso cirugía.

- Pancreatitis: inflamación de la glándula pancreática. Es una condición grave que puede ser mortal (8% a 10%).

Actualmente se recomienda una actitud expectante en pacientes asintomáticos (salvo en pacientes diabéticos, o con cálculos de tamaño superior a 2,5 cm), pero cuando se presenta alguno de los síntomas anteriormente mencionados estaría indicada la colecistectomía, es decir, la extirpación quirúrgica de la vesícula biliar, dado el riesgo de desarrollar cuadros clínicos que pueden llegar a ser graves.

Habitualmente se realiza mediante cirugía mínimamente invasiva (de 2 a 4 pequeñas incisiones) lo que permite una rápida recuperación postoperatoria. El paciente puede ser dado de alta en 24 horas a su domicilio y no suele precisar más de una semana de recuperación para hacer una vida normal, evitando esfuerzos físicos intensos durante unas 3 semanas.

No existen medicamentos ni remedios naturales en la actualidad que hayan demostrado poder disolver las piedras. Si bien existen fármacos que podrían disminuir o espaciar los cólicos biliares (A.Quenodexoxicolico y A. Ursodexoxicolico) no han conseguido eliminar la presencia de piedras en la vesícula, por lo que se mantiene el riesgo de desarrollar graves complicaciones como las antes citadas.

En cuanto a la litotricia, se ha intentado fraccionar los cálculos con ondas de choque, del mismo modo que para los cálculos renales, pero se ha observado que al romperlos aumentaba el riesgo de obstrucción de los conductos biliares y de inflamación de la vesícula, incluso aumentaba el riesgo de padecer un cuadro de pancreatitis.

En estos momentos la comunidad médica internacional, basándose en las evidencias científicas existentes recomienda como tratamiento de elección para los pacientes con litiasis en la vesícula biliar, la colecistectomía laparoscópica.

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