Si uno echa la vista cinco años atrás, es fácil encontrar con hábitos y costumbres que han quedado obsoletas o que se realizan de otra manera, más si cabe si se tiene en cuenta el impacto que la Covid-19 ha tenido en todos los ámbitos de la sociedad. Si se piensa con un poco de perspectiva, es probable que, en los próximos cinco años, el mundo también haya cambiado notablemente respecto a como lo conocemos hoy.

Para el tejido empresarial español, sea un autónomo, una pyme o una gran compañía, afrontar el futuro requiere un gran esfuerzo de planificación, pues solo aquellas empresas que consigan adaptarse al cambio serán viables en el tiempo. Desde Ibercaja Empresas apuntan que en este proceso se basa en seis aspectos fundamentales: la innovación, la digitalización, la sostenibilidad, la transformación cultural, la diversidad y el emprendimiento. De hecho, han elaborado un cuestionario en su página web para establecer un diagnóstico de acuerdo a estas seis palancas de cambio, permitiendo así identificar las carencias y puntos fuertes de cada organización.

En lo que respecta a innovación, la colaboración y el conocimiento compartido son las piezas clave para avanzar, tanto de manera colectiva como individual. Lo mismo ocurre con el emprendimiento, que debe potenciarse tanto dentro como fuera de la empresa para lograr nuevas oportunidades de negocio.

En lo que se refiere a digitalización, un concepto cada vez más presentes en el día a día y que se ha acelerado con la pandemia, las empresas deben aplicarse en su implantación, pues formará parte de todos los procesos, por sencillos que parezcan, en muy poco tiempo. La sostenibilidad, por su parte, debe entenderse como un concepto que va más allá de lo ambiental e implica aspectos éticos, económicos y sociales, ya que ser sostenible es sinónimo de perdurar en el tiempo.

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Evolucionar con la sociedad

La transformación cultural y la diversidad resultan especialmente importantes en el plan de futuro de cualquier empresa, pues están estrechamente relacionados con los cambios que se dan en la sociedad y con las personas que forman parte de la organización.

La transformación cultural hace referencia a la capacidad de una empresa para construir su propia identidad, a desarrollar "una cultura de empresa propia, atractiva, diferencial, alineada con su propósito, audiencia y perfil de trabajador, y ser a la vez capaces de abrazar nuevas formas y fórmulas de trabajo, manteniéndose abiertas al cambio y coherentes consigo misma", apuntan desde Ibercaja.

Una cultura que además debe construirse en un entorno en constante cambio, por lo que requiere de una gran capacidad de adaptación. Es ahí donde las empresas deben reflexionar y poner en el centro de su organización a las personas que la conforman, “porque son las que dotan de significado cada acción. No refiriéndose a las personas como sujetos productivos que requieren cuidado, si no a seres humanos cuyas vivencias individuales y colectivas afectan a la forma de ser, de mostrarse y de ser interpretadas las organizaciones”, señalan.

En esta configuración es clave la diversidad, ya que permite crear equipos más abiertos, multidisciplinares e innovadores, pues cuantos mayores sean los puntos de vista y las perspectivas a tener en cuenta, mejor será la toma de decisiones. "Si el mundo es diverso, y en la diversidad está su grandeza, -explican desde Ibercaja- las empresas, independientemente de su tamaño y sector, han de hacer un esfuerzo consciente por abrazar esa diversidad y enriquecer con ella su visión del mundo, sus procesos y sus mensajes".

A este respecto, las empresas deben desarrollar políticas activas en materia de diversidad de género, generacional, formativa, de religión, cultural, funcional y de identidad sexual, pues al margen de los últimos cambios y normativas, siguen existiendo hándicaps y barreras para que ciertos colectivos tengan igualdad de oportunidades.