La tradición culinaria tiene mucho que decir durante las comidas y las cenas navideñas en la provincia de Teruel. El frío reinante en estas fechas en la región marca unas veladas al calor del hogar, la estufa, la chimenea o la calefacción junto a los seres queridos.

Los productos agrícolas y ganaderos son la base de unas recetas en las que cobra especial relevancia uno de los manjares estrella de esta región: el jamón. Con Denominación de Origen Protegida, este derivado del cerdo es el elemento principal de un aperitivo que lleva el nombre de la capital: las delicias de Teruel. Se trata de unas rebanadas de pan tostado untadas con una salsa de tomate triturado con ajo, aceite en las que se colocan trozos de jamón.

El cardo es la estrella para el primer plato en varias localidades turolenses. Suele ir acompañado de una salsa de almendras tanto en Alcorisa como en Calamocha. Los pucheros, como se les conocen tradicionalmente, son el paso previo a unos segundos platos que difieren según el lugar en el que se esté celebrando la Navidad.

En Alcorisa es típico que el segundo plato sea pavo. Suele prepararse horneado y relleno con diferentes ingredientes como pasas y otras frutas secas, guindas, frutas silvestres, piña, ciruelas o manzanas, pan molido o remojado en leche, huevos cocidos, aceitunas o vegetales diversos. Por su parte, en Calamocha es habitual servir cordero para continuar la comida en lugar del pavo alcorisano.

Antes de pasar a la sobremesa, llega el postre. Es el momento en el que en varios municipios sacan a la mesa productos típicos que diferencian las celebraciones de las del resto de Aragón.

Para terminar

La coca de Navidad es una opción para aquellas familias que deciden salirse del camino de los turrones para terminar. Es una base una masa de pan a la que se le puede añadir leche, aceite, huevos y azúcar. En Cantavieja la masa de la coca lleva aguardiente y está elaborada con miel y nueces. En Castellote, cada casa prepara su tradicional receta de guirlaches, mazapanes y garrapiñadas. Tampoco se puede olvidar el melocotón de Calanda, fruta con la que se crean varios postres.

Tras la cena, es cuando en Andorra sale a relucir una de las tradiciones gastronómicas más arraigadas durante estas fechas. Se trata de los gallos de pan, elaborados con la masa sobrante y que son repartidos entre los niños antes de acudir a la misa del Gallo.