Según datos de la Agencia Española de Metereología (Aemet) y el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (Miteco), la falta de precipitaciones de los últimos meses y las escasas previsiones, unidas a la baja reserva hidráulica (44%), podrían llevar a España a su octava sequía histórica. Además, nuestro país es una de las regiones que soporta mayor estrés hídrico, o lo que es lo mismo, la demanda de agua es más alta que la cantidad de esta disponible en un determinado periodo de tiempo.

Gestionar el agua de manera sostenible y conservar este bien resulta más acuciante que nunca, una tarea en la que todos los sectores están involucrados. Según el Informe sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, elaborado por Naciones Unidas, el uso del agua ha aumentado en todo el mundo a un ritmo del 1% anual desde el año 1980, impulsado por el crecimiento de la población y el desarrollo socioeconómico. Además, se estima que la demanda mundial de agua siga aumentando a un ritmo similar hasta 2050, lo que representa un aumento del 20 al 30% por encima del nivel actual de uso de agua. La ONU indica que la agricultura está detrás del 69% de las extracciones de agua dulce en el mundo; la industria, incluida la producción de energía supone un 19%; y los hogares un 12%.

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Soluciones

Para conservar y preservar este bien escaso, es esencial fomentar el consumo sostenible, impulsar el uso de las energías renovables, mejorar los procesos productivos y utilizar agua reciclada, entre otras medidas.

Cuidar de este recurso natural, el más importante del planeta, es una pieza clave en la estrategia de las instituciones y entidades públicas, pero también de las organizaciones y empresas privadas, que ya incluyen en sus planes de sostenibilidad la gestión del agua en diversas formas.

Algunas de ellas pasan por el desarrollo de tecnologías más limpias, que disminuyan la cantidad de agua necesaria en los procesos o que permitan su depuración o reutilización; la utilización de agua no potable o residual en determinados procesos, para disminuir el consumo; la eliminación de químicos y sustancias contaminantes que dificulten la recuperación del agua a posteriori; o la implantación de buenas prácticas ambientales y de proyectos de cooperación, para que los miembros y trabajadores de las empresas puedan aplicar tanto en su ámbito laboral como doméstico.