Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Las edades del hombre... y de todo lo demás

El pasado 5 de octubre de 2009, el pirata somalí Abdu Willy era detenido en aguas del océano Índico por participar en el secuestro del pesquero español 'Alakrana'. El joven aseguró tener 17 años, un dato que los expertos han desmentido usando siete pruebas radiológicas que sitúan su edad ósea entre 19,7 y 21,2 años. El caso ha sacado a la luz las técnicas que utilizan los antropólogos forenses para averiguar la edad de una persona viva. Pero, ¿cómo se calcula la edad de otros organismos, como un pulpo, una longeva tortuga o una secuoya gigante? ¿Y la edad del Universo? La ciencia sabe cómo. Este reportaje acaba de ser galardonado con el Prisma al Mejor Artículo Periodístico publicado en 2009 "por su originalidad, oportunidad y diversidad de enfoques, así como por su claridad y concisión, apoyado en un excelente tratamiento infográfico".

Infografía 'El calendario en tus huesos'
infografía edades del hombre
CIENCIA DIGITAL

Artículo publicado el 24 de noviembre de 2009


LOS HUESOS HABLAN

Nuestros huesos no son órganos estáticos. Crecen, se fusionan y aumentan o reducen su densidad con el paso del tiempo. Estas transformaciones resultan muy evidentes en los períodos extremos de la vida (infancia y senectud), pero son paulatinas en las etapas intermedias. Aplicando los conocimientos sobre los cambios que se suceden en el esqueleto humano a medida que transcurren los años, médicos y antropólogos pueden calcular la edad ósea de un individuo. Y ese dato les permite averiguar la edad cronológica con un margen de error máximo de 18 meses.


A partir de una radiografía, los expertos identifican los centros de osificación, es decir, las zonas cartilaginosas donde se lleva a cabo la formación de nuevo tejido óseo. Los ocho huesos de la muñeca (carpo) funcionan como un reloj biológico muy preciso en el que estos puntos aparecen secuencialmente: en el hueso piramidal se observan a partir de los 3 años, en el trapecio a los 5, un año más tarde en el trapezoides, y en el pisiforme al cumplir los 10. Además, hay que tener en cuenta que los centros de osificación desaparecen una vez que el hueso alcanza su tamaño definitivo. En el caso del fémur (en la pierna) esto sucede entre los 17 y los 18 años. Y el radio (antebrazo) termina de osificarse en torno a los 14 años.

Por regla general, en un joven de 25 años la osificación de todos los huesos del esqueleto ha concluido. No obstante, existen variaciones que afectan a la madurez ósea que los científicos deben considerar al calcular la edad. Por ejemplo, los sujetos de raza negra muestran una maduración más rápida que los caucásicos. Y las niñas suelen llevar la delantera a los niños durante la primera infancia. Además, enfermedades como el hipertiroidismo o los tumores de ovario aceleran el desarrollo de los huesos, mientras que la malnutrición prolongada y el hipotiroidismo lo retrasan.


Cuando la cronología que se obtiene a partir de los huesos no es del todo concluyente hay que recurrir a los dientes. Desde el nacimiento hasta los 14 años, la edad dental se calcula analizando la estructura de la raíz y la corona dental, el grado de desgaste y la combinación de las denticiones primaria y adulta. A partir de los 15 años, el análisis se centra en el tercer molar o muela del juicio, que se examina a través de una ortopantomografía o radiografía panorámica de la boca.


CUESTIÓN DE ALTURA

En el primer año de vida, la estatura aumenta un 50 por ciento. Durante la infancia, la talla se incrementa entre 5 y 7 centímetros cada año y, al llegar la pubertad, la velocidad de crecimiento se sitúa en torno a 15 centímetros anuales. Los huesos que más crecen son los llamados huesos largos, como el fémur, el húmero o la tibia. A partir de los 30 años, los huesos tienden a perder peso y, rondando los 50, el esqueleto comienza a menguar debido a que los discos que separan las vértebras se vuelven más finos. Además, el maxilar (mandíbula) pierde material óseo y se encoge, lo que explica por qué, al envejecer, la frente, la nariz y la boca parecen más prominentes.


LA EDAD AL REVÉS

Entendemos por edad el tiempo transcurrido desde el nacimiento de una persona. ¿Pero qué pasaría si contásemos los años al revés? Científicos del Instituto Demográfico de Viena (Austria) y de la Universidad de Nueva York (Estados Unidos) propusieron recientemente que lo importante a la hora de calcular la edad humana no debería ser cuánto tiempo hemos vivido, sino cuánto nos queda por vivir. De este modo, un sujeto de 30 años en el año 2000 tendría 50 años de expectativa de vida, los mismos que un individuo que cumpla 40 años en 2050. "Las poblaciones rejuvenecerían a medida que aumenta la esperanza de vida, gracias a los avances médicos", explica Warren Sanderson, coautor del estudio que publicó la revista 'Nature'.

 
Por otra parte, investigadores del Instituto Max Planck (Alemania) identificaron el año pasado un grupo de "proteínas del envejecimiento" que se liberan cuando los extremos de los cromosomas se acortan o cuando el ADN de las células sufre algún daño. Midiendo sus niveles mediante un sencillo análisis de sangre podríamos calcular a qué velocidad envejece el organismo y cifrar la auténtica edad biológica de cada persona. Tanto es así que los científicos ya han sugerido que, en el futuro, se tenga en cuenta este dato para decidir individualmente el momento óptimo de la jubilación.


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