Entre tinieblas
A pesar de que nunca encontraron mi cuerpo, todos me dieron por muerta cuando el Ebro me engulló. No les culpo, ¿cómo iban a imaginar mi destino?.
Solo la mitología da nombre a aquello en que me convertí ese lejano día, a lo que soy, una encantaria. Una fada que habita junto a las demás de su especie en lo más profundo del río, donde la luz perece y nace lo ignoto. Una eterna lavandera de tristes cantos nocturnos que se confunden con el silbar del cierzo.
Las leyendas nos describen como huidizas e imperceptibles, pero no explican como usamos nuestros dones para protegeros. Nadie sabe cómo hace dos siglos ayudamos a un grupo de mujeres a repeler a los invasores franceses, o cómo hace muchos menos años hicimos entrar en razón a quienes querían acabar con parte del cauce de nuestro río.
Somos las actrices principales que nadie conoce, y así debemos seguir, entre tinieblas. Porque sólo de esta forma podremos seguir preservando nuestra tierra, la razón de nuestra perenne existencia.