Moebius
Juan es recto como los álamos, serio en sus maneras y puntual sin excepciones. Carente de otras cualidades frecuenta la soledad sin nadie que comparta otros encantos. Desde su oficina ve pasar al viejo Ebro mientras farfulla delirios sobre pergaminos polacos y magias escondidas en bodegas. A Juan le fascinan las historias secretas, las matemáticas y los cuentos de Poe.
Aquel extraño día fue incapaz de llegar al trabajo: Al salir del puente de Piedra se encontró al principio del puente de Hierro, luego en el de Santiago
y así hasta el infinito. Cuando se derrumbó agotado sólo gemía: Somos como hormigas en la cinta de Moebius.
Una vecina sintió compasión y avisó a urgencias:
Pobrecico, con tanta lectura se le han vuelto los sesos gaseosa.
¿Qué le pasa?
Nada especial, una crisis de pánico.
Pues venga, vámonos pa´l hospital.
Desde entonces una ambulancia circula eterna los puentes del Ebro; algunos aseguran que sus ocupantes ululan de terror.