Respeto y nobleza

El autobús salía a las 6, ya lo tenía todo preparado. Incluso la actitud. Mi ciudad, con su cierzo, clima y carácter llega un momento que me satura. Llega un momento en que uno necesita dar unas vacaciones a su inconsciente. Que rebusque en otros menesteres, que salga a otros lares. En la capital el ritmo es frenético, las grandes avenidas con sus afluentes estrechos dando lugar a multitud de bares y ambientes.


En una de ellas, paramos en una pequeña taberna. Me quedo fuera terminando el cigarro al lado de una persona mayor, y nos ponemos a charlar sobre las gentes. Sin decirle nada, me cuenta que si algo tiene que resaltar del aragonés es su nobleza. En ese momento sale su mujer, se despide y le recoge para casa, y a mí me deja con el pensar de mi gentilicio. Espero no haberlo matado, espero que no lo hayan matado. Tal responsabilidad requiere un carácter, requiere una geografía, requiere un clima, una historia y unas personas. Espero que no lo hayamos matado.