Historias perdidas

Muchos años después, en la misma elevación, acuclillado para atenuar la rasmia del Cierzo, sentía la mano etérea de su padre apoyándose en su hombro, transmitiendole el orgullo emocionado de quien oficia una ceremonia de iniciación.


Rememoró aquella historia. Transmitida de padres a hijos.


Siento haberte fallado Papá.


Entonces, el horizonte se pobló de sombras humanas y los carrascos, las coscojas y las sabinas, desquebrajaron la seca tierra para emerger por todo lugar, como acelerados por un truco de cine. Los hombres caminaban determinados, el rostro arado, ataviados com jubones y calzas, con las sierras y las hachas en ristre.



La construirían. La guerra se nutriría del alma de esta tierra. Cientos de naves. Invencibles.



Te lo dije hijo...te dije que sería algo fantástico ...



El viento seco sus ojos y alzó sus palabras a través del páramo, muriendo enredadas en un solitario espino negro. El restallar de maderas calló y el silencioso fulgor rojo de los historias perdidas, lo llenó todo.



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