Niebla

Una inmensa nube engarza el Ebro al cielo y se expande por todo el territorio aragonés. Con escaso o nulo peso específico, tintinea como un globo gris, esponjoso e irregular; rezuma humores acuosos y exhala un sinuoso silencio. 


Envuelve, cala, moja, y no se sabe si es por la emisión de lluvia fina o por su persistente abrazo de humedad.


Los hombres atrapados en ella buscan enceguecidos una salida al sol y ansían la llegada del cierzo que la barra. Inmersos en su concentración de gotas se tornan circunspectos, callados, recios, más hondos. Pero conforme se desplazan hacia el centro del fenómeno, se aplacan, se translucen y dejan de ser, para convertirse en ecos sordos de pura melancolía, desalentados de que dentro de tanta agua no se pueda aplacar la sed.