Railes

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Mi abuelo conoció a mi abuela en un tren. El era revisor del Canfranero y ella viajaba sin billete. Siempre decía que sus ojos verdes pagaron la multa. Desde entonces ella le acompañó en todos los viajes.Y así fue como nació mi padre, cuando mi abuela se puso de parto en un trayecto a la altura de la estación de Jaca.


Mi padre ayudó a subir a un tranvía zaragozano a la mujer que sería mi madre. Ella llegaba tarde al trabajo. El llevaba días viéndola perseguir vagones.


Yo vi a mi mujer conduciendo el “tren chu chu” del parque grande una calurosa tarde de verano. Me subí de un salto. Le entregué una rosa arrancada del jardín botánico, y una entrada para la montaña rusa del parque de atracciones.


Cuando mi hija cumplió 5 años, le regalamos un pequeño tren eléctrico. En la maquina del trenecito, mirando por la ventana, hay dos pequeñas figuras. Un viejo revisor y una viajera sin billete.

Héctor Casao Gascón