Fin del guiñote

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Entraron al centro social a la hora habitual.


- ¿Lo acostumbrado? Preguntó la camarera ecuatoriana que regenta el bar desde el año pasado.


Un carajillo, un café con copa, y un chupito de orujo.


Sentados en la mesa, volvieron a maldecir al gobierno por no dejarles fumar dentro del local, a contar los litros de agua caídos la noche anterior, a lamentar la situación del Real Zaragoza, a dar el parte de salud de los vecinos que están postrados en cama esperando que pasen sus días…


No subieron la voz, no “macearon” sobre la mesa, no se quejaron por la carta mal echada... Los tres pensaban lo mismo y los tres callaban. Estaban jugando al tute porque Jesús se fue para siempre antesdeayer. No había un cuarto para echar la partida. El pueblo se vacía.

Luis Alberto Majarena Gonzalvo