Estos días, el obrador de Bubub, ubicado en la localidad de Bulbuente, en la comarca zaragozana de Campo de Borja, está lleno de cientos de cajas de diseños de lo más originales, que encierran en su interior pequeños recipientes de mermelada artesana con destino a las mejores tiendas gourmet y establecimientos de alimentación de toda España y también de lugares tan alejados como Hong Kong, Polonia o Suiza.

Días antes, en el mismo obrador, media docena de personas, con Jorge Garcés al frente, se afanan por conseguir el punto perfecto de elaboración de esta delicia gastronómica, cuya producción arrancó hace ya seis años por iniciativa de Curro Fatás y su mujer Susana y que, en 2016, pasó a las manos de Susana y Carmen Brosa, Jorge Garcés y David Vintanel.

Una empresa familiar cuyo sueño es que sus mermeladas traspasen fronteras y puedan ser degustadas en cualquier rincón del mundo. «Poco a poco estamos haciendo nuestro sueño realidad y cada día somos más competitivos. Con mucho esfuerzo y trabajo hemos logrado consolidar la compañía, aumentar nuestra cuota de mercado y, de esta manera, convertirnos en un referente en el sector de las mermeladas gourmet» matiza Susana, quien confirma que al año elaboran alrededor de 12 toneladas de producto, de los má variados y originales sabores.

El camino no ha sido fácil y han sido muchas las horas que esta familia ha dedicado a sus mermeladas, elaboradas con productos de la comarca, ya que su objetivo es «apostar por fruta y hortalizas de la tierra, por productos de kilómetro cero, para apoyar a los productores de la zona y crear sinergias con ellos» matiza.

Aunque hay algunas excepciones, como es el caso de la mermelada de kiwi con limón y tequila; o la ‘Mermelada del Encierro’, una mezcla de ciruela roja y pacharán, que crearon para rendir homenaje «a los que se juegan el tipo delante de un toro».

«Apostamos por sabores conocidos y también nos gusta mucho innovar en la cocina, probar mezclas nuevas, que nos llamen la atención. Pero en cualquiera de los casos se trata de un proceso totalmente artesano, como lo hacían nuestras abuelas, en quienes nos inspiramos. Nosotros lavamos la fruta, la pelamos y lo hacemos todo a mano. Es un producto 100% natural, sin conservantes ni colorantes», apunta Susana, quien insiste en la importancia de las ayudas públicas para poder sacar adelante proyectos de esta envergadura en el medio rural. «Es fundamental contar con el apoyo logístico y económico de estas instituciones porque nos permiten invertir en nuevos proyectos y darnos a conocer».

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