Raquel Ollés: "no hay que ponerse ni vendas ni puertas"

Dirige el Planetario de Huesca desde su apertura. Acostumbrada a trabajar desde muy joven y a compartirlo con sus estudios, considera un reto divulgar toda la belleza que esconde el cosmos.

Raquel Ollés: "no hay que ponerse ni vendas ni puertas"
Raquel Ollés: "no hay que ponerse ni vendas ni puertas"

Cuenta con satisfacción que el nombre mismo del Planetario de Huesca, ‘Espacio 042’, es una manera de provocar curiosidad y una invitación a saber qué hay dentro. Porque Raquel Ollés (Huesca, 1976) ‘flipó’ la primera vez que entró y se encontró con un inmenso globo terráqueo y pensó en todo lo que se podía hacer ahí. "De eso hace más de dos años en los que hemos tenido una media de 30.000 visitas anuales, y es una gran satisfacción", señala, mientras cuenta cómo su hija Lara de tres años está loca con la Luna y cómo son muchos los niños que arrastran hasta allí a sus padres, en lo que considera un momento familiar maravilloso, "porque a muchos adultos, este mundo les atrae pero nunca se han acercado porque resulta árido de estudiar, por eso aquí lo hacemos tan próximo y didáctico, donde se cuentan las cosas yendo al paso más elemental, y que es la manera de que quieran saber más. De divulgar". Trabajadora desde su adolescencia, ha hecho de todo, desde vender chucherías, bocadillos o cafés en los negocios familiares que impulsaron entre los cuatro hermanos, a trabajar en Port Aventura, o crear una empresa de márquetin con la que trabajó por toda España y el sur de Francia, hasta hacer realidad las principales patas de su vida: vivir junto a su familia en Huesca y trabajar en lo que más le gusta, "porque difundir algo es maravilloso. Yo no soy científica, pero tengo una sensibilidad especial con el cosmos, porque en Huesca vivimos mucho la astronomía, y no hay nadie que no haya salido a disfrutar de las Lágrimas de San Lorenzo". Porque, dice, "lo que queremos es generar vocaciones tecnológico-científicas y que esto sea un foco de atracción turística, pero también un espacio para la investigación... Al principio fue complicado que todo encajara, pero yo siempre trabajo igual: nunca me pongo paredes".


-El Planetario se abrió hace dos años, en un momento complicado.

Llevaba un tiempo parado y el objetivo era abrir y que la gente pudiera disfrutarlo. Sí, estábamos casi en lo peor de la crisis y era complicado, pero yo procedo de la empresa privada y llevo toda mi vida batallando. En mi familia somos muy peleones, muy currantes, además, antes de llegar aquí tuve una empresa durante 10 años.


-Usted procede del mundo del márquetin.

Mi empresa estaba enfocada al turístico y cultural, aunque hacíamos de todo. El Planetario estaba parado y se le quería dar forma y hacíamos ese tipo de gestión, de promoción, creación de productos, servicios en muy diversas áreas. Me llamaron y terminé dirigiéndola. Yo acababa de tener una niña y suponía quedarse en Huesca, porque entonces viajaba constantemente. Siempre he querido quedarme, porque además tenía desde hacía años negocios familiares.


-Para usted era un reto porque venía de un mundo completamente.

Pero nosotros trabajamos en todas las áreas, incluso gestionamos un tiempo el Museo Minero. Era un reto y sigue siéndolo, pero al final todo es un poco la misma forma de trabajar sea donde que sea. Lo que queremos es generar curiosidad, iniciativa y excelencia. Es un reto y muy complicado, pero cualquiera que haya sido autónomo sabe lo que es enfrentarse a un trabajo. Era un cambio, y lo que más me ha costado es esa parte pública de mi trabajo, porque siempre he estado detrás.


-Es de Huesca, estudió fuera y volvió con la idea de establecerse en la ciudad en un área en el que aparentemente no hay mucho campo de actuación.

Yo estaba en Tarragona, en Port Aventura, un lugar donde siempre había querido trabajar, pero los fines de semana me volvía a Huesca para estar en las empresas familiares, de dependienta en las tiendas de frutos secos (Capazo), en la bocatería, de camarera en la cafetería (Luces de Bohemia) con mis hermanos... Las montamos porque mi padre tuvo una empresa que fracasó, así que comencé muy joven, porque salía del colegio y me iba a la oficina con él para que me enseñara a escribir a máquina; y mi abuelo nos puso una cancha de baloncesto para los cuatro hermanos. Siempre he vivido así, siempre he estado estudiando y trabajando y nunca he considerado que era trabajo, porque simplemente era mi vida. Siempre he querido quedarme en Huesca y trabajar aquí, y al acabar la carrera con compañeros de la universidad y uno de los profesores montamos la empresa de marketing.


-Su elección para dirigir el Planetario provocó ciertas críticas porque no era científica.

Y no pretendo serlo, ya hay quien lo es y se encarga d e ese área. Yo trabajo para que funcione, venga la gente, se interese y despierte la curiosidad general. Ese es mi objetivo y por eso estoy aquí. Me gusta mucho mi trabajo y venir de un mundo en el que tuve que trabajar con muy poco presupuesto me ha venido muy bien, porque estamos en un momento complicado.


-Ha logrado trabajar en su casa, en un área en la que hay casi que salir por obligación.

Las oportunidades también te las buscas, porque si te paras a pensar mucho y le pones pegas a todo... Hay gente, y los admiro, que coge las maletas y se va, pero yo quería trabajar desde Huesca. ¿Te pierdes muchas cosas? También ganas otras muchas, como calidad de vida. ‘Peros’ hay en todas partes, y ponerlos es muy fácil; yo soy de las que creen que el esfuerzo hay que dirigirlo en buscar las cosas positivas, aquellas que te llenan, y eso solo lo puede hacer cada uno.


-¿Huesca es una ciudad creativa?

Es una cuidad pequeña y puedes hacer dos cosas, acomodarte y no hacer nada o hacer mucho, y depende solo de ti. En una ciudad grande el ritmo general te arrastra, pero aquí decides tu cómo quieres vivir. A veces es contradictorio porque hay quien piensa que tienes que morir al palo, pero yo creo que puedes elegir el tipo de vida que quieres llevar. Da igual donde vivas porque los frenos nos los ponemos nosotros y a todo se le puede sacar algo. Hay que darle la vuelta siempre a las cosas, porque en la vida no hay que ponerse ni vendas ni puertas a nada.