Una niña robada encuentra a su madre

Cristina Jiménez pidió ayuda al Papa para localizar a su madre biológica después que un juez archivara su caso. Cáritas medió y ya se han puesto en contacto.

Cristina Jiménez, en una foto de archivo en Zaragoza
Una niña robada encuentra a su madre
Aránzazu Navarro

Un mes y medio después de haber escrito una carta al Papa Francisco, la joven Cristina Jiménez ha encontrado, por fin, a su madre biológica. Su historia es una novela en la que aún no ha habido final feliz porque la sorpresa lo envuelve todo y madre e hija, separadas desde que esta naciera hace 29 años en la Clínica Montpellier de Zaragoza, aún no han podido abrazarse porque viven muy lejos: la madre, en Andalucía y la hija, en Tudela. Aun así, Cristina ha vencido las barreras que encontró en la Justicia, cuando el Juzgado de Instrucción 3 de Zaragoza archivó su caso.


La organización Cáritas Diocesana ha actuado de mediadora porque desde 1989 guardó el archivo de la asociación Medyna Albaida, que facilitó la adopción de Cristina en 1985. En el expediente había un documento firmado por la madre y el padre de ella (el abuelo) para evitar que se facilitara su identidad. Esta condición provocó que la juez archivara el caso.


Pero después de muchos esfuerzos (se llegó a pensar que podía residir en el extranjero) y de que el Vaticano se interesa por la causa, Cáritas localizó a través de una tercera persona a la madre biológica en Andalucía. Hace una semana, el intermediario trajo una carta de la mujer, de 47 años, para que se la entregaran a su hija.


Al mismo tiempo que los voluntarios de Cáritas se empeñaron en localizar a la madre, Cristina Jiménez había acelerado su búsqueda particular después de que le informaran de que su abuelo había fallecido en 1992. Resultó ser un militar de origen andaluz que residía en Zaragoza en los años 80 cuando su hija se quedó embarazada a los 17 años.


Cristina se personó en el cementerio de Torrero para repasar todo el archivo de los fallecidos en 1992 con una hija. Allí se encontró con unos funcionarios muy amables. Hasta le ayudó Pedro Villasol, que trabajó durante 54 años en el campo santo de Torrero, y fue "el hilo conductor" que dio "luz a los años en los que no había tanta luz".


El abuelo de la chica murió joven. Cristina pudo localizar su tumba en Torrero y hasta encontró a un hermano suyo, que regenta todavía una carnicería en Zaragoza. A través de una amiga se puso en contacto con él, pero al final decidió presentarse en el negocio para conocerlo porque podía ayudarle en su búsqueda.


Al conocerla, él se quedó perplejo porque Cristina Jiménez es "igual" que su madre, que se apellida como ella, por una pura coincidencia. Aun así, el carnicero ignoraba toda esta historia, pero al contárselo la chica le vino a la cabeza que esos años fueron bastante duros para su hermano, si bien jamás le contó este episodio y mucho menos se lo confesó su sobrina, que se marchó a Andalucía.


En su periplo en busca de pistas, la hija llegó a localizar que la familia de su madre biológica residió en Utebo y, además, que el parto en la Clínica Montpellier lo llegó a sufragar su abuelo a través del seguro de los militares, el Instituto Social de las Fuerzas Armadas (ISFAS). Esta información la aportará su abogada, Beatriz García, a la Audiencia de Zaragoza, que debe resolver el recurso contra el archivo del caso y espera que la tenga en cuenta en el proceso.


Cristina Jiménez recibió la carta de su madre y se quedó algo triste porque su existencia para la familia fue un estorbo. De su nacimiento no supo entonces ni el padre biológico ni ahora la actual pareja de su madre, que tiene otro hijo menor. Parece que ella es un secreto desde que nació en 1985.

Respuestas

Esa parte dura de la novela todavía está pendiente de que se escriba porque la hija ha respondido a su madre con otra carta y ha abierto una vía para conocerla en las condiciones que ellas decidan. Cristina no ha querido hacer públicas ninguna de las misivas porque, entiende, forma parte de su vida privada.


Aunque todavía no se ha producido ninguna llamada de teléfono, podría darse pronto. Gracias a su tenacidad, Cristina ha localizado a su madre biológica y logró su deseo más querido porque entendía que era una niña robada al ser entregada en adopción. Todavía no tiene claro el motivo porque el primer encuentro ha sido por carta y para restañar las heridas que deja la vida hace falta tiempo. Casi 30 años.