Peluquería gratis para mujeres solteras sin sueldo

Noticia publicada en Heraldo de Aragón el 8 de enero de 1964.
Noticia publicada en Heraldo de Aragón el 8 de enero de 1964.
Documentación HA

Esta noticia publicada en Heraldo de Aragón el 8 de enero de 1964 cuenta como un reputado peluquero ofrecía su gran salón a mujeres cuya falta de recursos económicos chocara con el deseo de estar a la última moda y sentir el placer de ir bien peinadas. Los requisitos para acceder a ese regalo y salir con un peinado de fábula eran estar solteras, no cobrar un sueldo y acudir de dos en dos para hacerse el peinado.


PARÍS. (Crónica especial para Agencia ‘Fiel’). A pesar de sus esfuerzos, Jacqueline aparece siempre mal peinada.


"Tengo hambre - dice - y no soy tan valiente como Marie-Claude, que deja de desayunar una vez por semana para ir a la peluquería".


La mayor parte de las mujeres se ven obligadas de privarse a veces de lo necesario a cambio de algo superfluo que les parece aún más indispensable.


Y no son sólo las coquetas las que reaccionan así. Para triunfar en la vida cuando se adopte una profesión, que pone en contacto con el público, la presentación juega un papel esencial y una cabellera abandonada significa igual que un vestido sucio o las uñas sin arreglar.


Para vestirse, aunque no se sepa coser, puede arreglarse. Hay en nuestros días vestidos preciosos, a precios razonables, y con un poco de cuidado se les hace durar varios meses. Los cabellos, por el contrario, necesitan que se les consagre cada mes sumas exorbitantes, porque tienden siempre a desarreglarse.ECONOMÍA

Entonces se economiza, aunque sea en perjuicio de la salud. Cualquier cosa es mejor que el ridículo, el complejo que se sufre cuando un peinado no va según la moda del momento. Las hay también muy jóvenes, que no se ganan todavía la vida y cuya paga surge cada semana parsimoniosamente o de su papá o de su mamá. Los padres, ya se sabe, encuentran a su hija bella de cualquier manera y no quieren pagarle los caprichos lujosos y las costumbres caras. Entonces, ante el empeño, la señorita ensaya durante horas los pliegues más interesantes, enreda sus cabellos y se muestra triste, mientras que los que la rodean no comprenden nada. ¿Cómo suponer, en efecto, que bastaría el peine de un especialista para devolver la alegría de vivir a este personaje de tragedia?FAMILIARIDAD

A estas desgraciadas criaturas el gran peluquero sueco ha tomado una iniciativa que merece ser invitada en todas partes, donde haya jóvenes coquetas, lo que equivale a pensar en todas las ciudades del mundo.

Es un gran salón de peluquería ultramoderno, con secadores rápidos, sus espejos, sus cepillos, sus peines, sus bigudíes y una señora muy distinguida que domina desde detrás de su caja. Sin embargo, el visitante siente algo inhabitual en este gran salón donde siempre hay risas jóvenes y alegres, una extraña familiaridad entre clientes y empleados.

DE DOS EN DOS

El patrón de este salón extraño es uno de los más grandes peluqueros del mundo. Durante muchos años se ha dado cuenta de que su clientela no estaba compuesta más que en muy pequeña parte de chicas, y que éstas venían muy raramente, mucho menos que su madre o su abuela. Sin embargo, parecían encantadas.


"Hace falta que os arreglen el pelo más a menudo", les decía cariñosamente. Ellas se encogían de hombros: "Me gustaría mucho, pero es muy caro. Dígaselo usted a mi madre". Un buen día nuestro hombre tuvo una idea genial: iba a poner a disposición de esta simpática clientela sin dinero, una instalación; aparatos y consejos a precio irrisorio, con una sola condición: que las chicas fuesen de dos en dos para hacerse el peinado, recíprocamente.


No se trataba para este comerciante espabilado, que posee un salón de peluquería clásico, de perder sus clientes ricos, dando la tentación del self-service; no quería tampoco hacerse acusar de competencia desleal, por sus colegas.DOS CONDICIONES

Para ser admitida en el salón de auto-peluquería hace falta ser soltera y sin sueldo. ¿Y qué diría usted si más tarde aprendiesen a peinarse ellas mismas y ya no van donde el peluquero?

Esta objeción le tiene, sin cuidado.


"AI contrario. Yo estimulo la coquetería de mis jóvenes clientes y el placer de ir bien peinadas. Cuando sus medios se lo permitan, se convertirán en nuestras más asiduas clientas".


Ante el éxito de su empresa, que las jóvenes entusiastas han declarado de ‘utilidad pública’, el señor D. ha decidido abrir salones semejantes en toda Europa. También ha encontrado oportunidades en los Estados Unidos.

Odette Genevrier

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Recopilado por Elena de la Riva y Mapi Rodríguez. Documentación de HERALDO DE ARAGÓN

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