Miguel Ríos, Ramoncín y Pedro Ruiz, pasotas de la política en pleno 23-F

Tal día como hoy hace 35 años, mientras toda España hablaba del intento fallido de golpe de Estado, tres pasotas daban su punto de vista de la vida política y lo poco que les importaba en aquél momento.

Los pasotas.
Los pasotas.

Muchos movimientos juveniles de los últimos tiempos han estado estrechamente ligados a la música y el ‘pasotismo’ no iba a ser menos. Desde Los Beatles hasta hoy, el rock and roll puede ser la música más representativa de la rebeldía joven que culmina en los 'hippies'. Y aunque la música moderna para jóvenes está excesivamente manipulada por intereses comerciales oligárquicos, en cambio en el rock la cosa es distinta.


Determinados movimientos rockeros han permanecido en su mejor pureza a pesar de los intentos manipuladores.

De ahí tal vez la dificultad que tienen estos grupos e individualidades musicales, auténticamente representativas, para triunfar, ya que el éxito artístico en música moderna va unido al éxito comercial y éste está controlado por empresas multinacionales que no se destacan precisamente por sus inquietudes juveniles. Y aquí el reto del rock o, al menos, de cierto rock.


El análisis, pues, de la música como elemento revelador de las inquietudes y actitudes juveniles sería prolijo llevándonos previamente a tener que seleccionar esta música y esta otra. Por ello hay que limitarse a decir que cierta música-Joan Báez, Elvis Presley, Beatles, Rolling Stones, al menos— sí ha representado este mundo de rebeldía, de 'hippies', acracia, pasotismo y cosas por el estilo.

El fenomenal Miguel Ríos:

Miguel Ríos, su música y su persona, es un fenómeno representativo de nuestra juventud pasota. Viejo rockero que sigue dando lecciones de juventud a sus 36 años, no es del todo pasota, pero tampoco deja de serlo. Es el primer rockero de España y uno de nuestros mejores cantantes.


Definiciones a lo largo de su vida, que tomo de entrevistas publicadas con su beneplácito y en las que trató de mostrarse como es, denotan sus inclinaciones por el movimiento pasota.


Así, por ejemplo, cuando dice «entiendo por constructivo el hecho de que cada cual se comporte como mejor lo entienda, aunque sin darle la murga al vecino», denota que no es amigo de normas de conducta trazadas por tradición, por leyes sociales, por convencionalismos ni estilos educativos. Y hablando de rock dice como definición de esta música en relación con el movimiento social de la juventud: «El rock es lamento, queja, grito que desgarra, verdad que se grita, llanto que se disimula, reivindicación permanente, disconformidad, nuevo lenguaje, expresión contracultural».


Y en otro momento: «El rock... aunque haya caído en la trampa del ‘sistema’ y constituya negocio, comercio y beneficios, su esencia sigue siendo auténticamente pura y sus ‘ministros’ defensores de la ‘fe’».


Finalmente, como para señalar que el rock es toda una filosofía de la vida, añade: «Se es o no es es rockero. No es cuestión de edad, sino de plantearse una fórmula de vida, un lenguaje».[...]

El rey del pollo frito:

Ramoncín o el rey del pollo frito es otro rockero, de estilo muy distinto y peculiar, que representa al pasota actual más quizás que Miguel, aunque tampoco demasiado.

Sus signos son más estridentes, por aquello del ‘punk’ pero las tesis de uno y otro van por caminos muy parecidos. Miguel quizás más maduro y no menos rebelde que el vallecano.

«Yo pasaba de colegio y me iba a cazar lagartijas. Igual que mi padre, que un día se largó a por tabaco y todavía le estamos esperando».


He aquí su definición. Viene de clase desheredada, busca una reivindicación, se rebela contra la injusticia social. «Yo he nacido en el barrio Sur, entre Atocha y Legazpi. En un auténtico ‘ghetto’. Aquello a la mayor parte de los ‘troncos’ los hunde. No consiguen tener un nivel de preparación para enfrentarse con el mundo».


En política, Ramoncín se define pasota total: «La política, iqué asco! Es algo que no me ‘enrolla’. Políticamente el país me parece un descontrol. Muchas siglas, muchos nombres y todo por hacer».


Y en otro lugar se expresa por el estilo: «La política es un TIMO, así, con mayúsculas. Después de las elecciones del 15 de junio, ahora, ¿qué?, que alguien me diga lo que ha ocurrido. Como en todos los sitios, la política es de cuatro qué se llenan los bolsillos y los demás los que pringan. Entre quien entre en el poder, a las seis de la mañana el que se levanta eres tú, con los ojos así, como melocotones, ¿entiendes?, a currar. Él no se va a levantar, no hay nadie que te dé nada».


Ramoncín se ‘enrolla’ cantidad, como dicen los pasotas, y no le da nada. «Yo tengo mi rollo y mi forma de vida.» «He hecho siempre lo que me ha dado la gana. Por eso soy un pasota, ¿comprendes?» Y otra frase muy significativa: «Hace cinco años que yo estaba esperando el metro con una copa de champán en la mano o leyendo un periódico chino, porque me ha enrollado vacilar y estar cachondo y tener un rollo trivial que me evada de una serie de comeduras de coco».


Y así es Ramoncín, como imagen de un pasotismo muy a la vista.

Historias de un ‘Ruiz-Señor’:

Fuera ya de la música, pero aún de cierto arte que podríamos llamar dramático, de nuestro tiempo, un pasota ejemplar es Pedro Ruiz, el ‘Ruiz-Señor’ que se pone por montera el mundo político y hace su particular corte de manga, si tenemos en cuenta la definición de Yale.


Pasar de política es quizá lo más característico de Pedrito. «No entiendo nada de política y además no me interesa. Soy un ácrata escéptico, si es que hay que encuadrarme en algún sitio. Solamente me afiliaría a un partido político que enseñara a ser feliz y olvidara todo lo demás.»


En otro momento declaraba: «Yo me defino como un ácrata bonancible que lo único que le interesa es la bondad y el talento. La política no me interesa para nada. Creo en el ser humano independiente y libre. Yo voy más allá de la utopía, soy una especie de pompa de jabón».


Pedrito es pasota porque no le gusta esta sociedad, reniega de ella, toma posturas escépticas y pasivas y no pretende encontrar soluciones al asunto. Estas son sus palabras: «La sociedad en que vivimos es un asco y no me canso de decirlo». «Me merece un gran respeto esa gente que no queriendo entrar a competir lo abandona todo y se queda en el anonimato en cualquier pueblo perdido».


O esta otra frase: «Para mí la única gente importante es la que ha sabido salirse de este rollo y nos contempla como pequeños eunucos preocupados por aparcar el utilitario o pagar las letras».


Pedro Ruiz se revela como un intelectual de la acracia y pasa de todo. «Yo creo en el Dios que dice que nos hemos equivocado y que este rompecabezas está mal montado»

El resto de la religión no le interesa: «El matrimonio es una etiqueta más que nos acosa y que es la negación de la posibilidad del amor total. Yo creo en la pareja sin apellidos».


En los lujos tampoco cree. Pasa de tener lujos. Dice que por no traerlos a sufrir a este mundo. Y lanza un reto así: «Yo invito a los que piensan lo contrario que digan, si pueden, que los hijos no son producto del egoísmo de los padres».


Pero en el fondo Pedro Ruiz es un contradictorio y confundido de la vida. Exactamente no sabe lo que quiere. Quisiera salirse del rollo, pero no es capaz.


Como los pasotas menos inteligentes, está atrapado por su propio espíritu burgués.

«Sé que estoy metido en la rueda, pero trato de estar lo menos posible, pactar lo menos posible. Yo gano un dinero que es la libertad del cobarde, que me permite comprar trozos de libertad como pueden ser meses en los que me dedico a lo que me gusta realmente» Y digo yo: «La buena vida, la vida burguesa».


Pedrito no se significa por sus barbas ni por sus melenas. Se corta el pelo a lo UCD, viste con significativo convencionalismo, deportivo, sí, pero convencional y hasta usa traje y corbata y le gusta.


Tres ejemplos de pasotas populares. Bien distintos los tres, pero bien representativos de lo que una juventud que empuja, siente y padece. Al fin y al cabo, estos ídolos no son sino el cumplimiento de lo que los demás quisiéramos ser.


Manuel María


Recopilado por Elena de la Riva y Mapi Rodríguez. Documentación de Heraldo de Aragón

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