Confuso, ambiguo, enrevesado... Los calificativos que se le suelen dedicar al etiquetado de los alimentos reflejan que buena parte de la ciudadanía todavía no comprende con claridad la información nutricional de los productos que se lleva a la boca. Una cuestión sobre la que las asociaciones de consumidores llevan años poniendo el foco para reclamar a las empresas del sector mejoras en su difusión y que cada vez tiene más peso a la hora de confeccionar las listas de la compra de muchas personas, las cuales atienden con frecuencia a datos como la fecha de caducidad, la lista de ingredientes o las condiciones de conservación y utilización de los artículos.

En este sentido, los expertos recomiendan atender a una serie de claves que pueden ayudar a comprender estas etiquetas. Ejemplo de ello son los aditivos, sobre los que existen muchas dudas. En ocasiones, cuando se ve en una etiqueta una ‘E’ seguida de números, saltan las alarmas, pues se considera pura química y algo perjudicial. Sin embargo, pueden tratarse de sustancias naturales y no dañinas en las cantidades en que se toman. 

Otro elemento importante, en este caso en lo relativo a los productos infantiles, es que en buena parte de ellos figuran mensajes como ‘sin huevo’ o ‘sin gluten’, especialmente para tranquilizar a los padres por el tema de las alergias. No obstante, esos mismos artículos a veces incluyen grandes cantidades de azúcar o de grasas poco saludables (aceites de palma, grasas hidrogenadas...).

Propuestas tecnológicas

A este respecto, existen diversas aplicaciones móviles diseñadas para analizar y escanear los alimentos que resultan muy útiles para entender estos datos. Se trata de una serie de herramientas cuya popularidad ha ido en aumento en los últimos años debido al creciente interés del consumidor por seguir una dieta saludable.

Una de las más conocidas es ‘El Coco’ que, tras escanear los códigos de barra de los productos, identifica los alimentos que son realmente buenos para la salud partiendo de dos criterios: el sistema ‘Nutriscore’, que brinda una valoración nutricional global del producto basada en su composición; y la clasificación ‘Nova’, que evalúa el grado de procesamiento de los artículos mediante una barra que va desde el uno para los no procesados, hasta el nivel cuatro para los ultraprocesados. La ‘app’, gratuita y disponible en Google Play y App Store, almacena los productos que escanea el usuario y su uso es muy sencillo.

‘Yuka’ es otro de los ejemplos. Desarrollada en 2017 en Francia, se trata de una de las herramientas de este tipo más descargadas del planeta. Al estar centrada principalmente en la alimentación, aporta información sobre si los productos son más o menos saludables para ayudar al usuario a conseguir una dieta sana y equilibrada. Asimismo, permite analizar artículos cosméticos, de manera que se puedan conocer sus ingredientes. Cuando ‘Yuka’ da un resultado negativo sobre un producto, sugiere otro de similares características, aunque más saludable.

También siguiendo la línea del modelo ‘Nova’, ‘MyRealFood’ divide los alimentos en tres grupos: ‘comida real’, ‘buenos procesados’ y ‘ultraprocesados’. También incluye una evaluación para los aditivos, siguiendo las indicaciones de la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria). Respecto a las valoraciones nutricionales, la ‘app’ advierte al usuario cuando un producto tiene un contenido elevado en grasas saturadas, azúcares, sal o energía y, al igual que ‘Yuka’, recomienda alternativas más sanas.

‘Ingreed’ es otra de las propuestas más destacadas. En esta ‘app’, que da a conocer información sobre componentes nocivos para la salud, se puede encontrar un amplio catálogo de ingredientes junto a un sistema semáforo para indicar su peligrosidad: color verde para los productos no peligrosos, naranja para los intermedios y rojo para los que se han de evitar a toda costa. Una alternativa que además es ideal para las personas que tienen alergias alimentarias, pues cuenta con la información alergénica y nutricional de hasta 40.000 productos correspondientes a 4.000 marcas distintas y permite, tan solo con escanear el código de barras de un producto, saber si cuenta con algún elemento potencialmente alérgeno dentro de sus ingredientes.

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