Por
  • Juan Antonio Frago

Testimonios de España en América

Testimonios de España en América
Testimonios de España en América
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En su poema ‘España’ Borges sentía que "más allá de la pompa de los aniversarios" y de la "aberración del gramático", que no ve en el ‘Quijote’ "una amistad y una alegría, / sino un herbolario de arcaísmos y un refranero, / estás, España, / silenciosa entre nosotros". 

Y el mexicano Alfonso Reyes diría que "el ir a España fue para mí entrar más en México", y que "América es muy diferente de España, pero es el lugar del mundo que se parece más a España". Esa sensación de trasunto hispánico la han tenido también muchos extranjeros al pisar tierra americana; la expresa en ‘El mundo de ayer’ Stefan Zweig en su exclamación "España estaba aquí", cuando llega a la Argentina. La imborrable hermandad hispano-americana se fundamenta en el idioma común, del cual, como Gabriela Mistral reconoce, "parten todos los bienes actuales y venideros de la unidad". Del lenguaje implantado en América, ya con fusión de criollos y mestizos, el refranero ofrece claros ejemplos de adaptación del originario modelo hispánico a la realidad indiana. Así, a principios del siglo XVII el extremeño fray Reginaldo de Lizárraga, de familia emigrada al Perú, echaría mano de numerosos refranes castellanos, pero también de los que se configuraban en su nuevo destino transatlántico: ‘Los que pasan la mar mudan los aires y no los ánimos’, ‘En Ica, hinche la bota y pica’, ‘En Cañete, toma pan y vete’, ‘Chincha o Nasca o nada’, ‘De hombres y caballos de Tucumán, no hay que fiar’.

Las huellas de España en América son incontables. Pero la hermandad hispano-americana se fundamenta principalmente en el idioma común, del cual, como Gabriela Mistral dice en su ‘Fiesta de la lengua española’, "parten todos los bienes actuales y venideros de la unidad"

No pocos mitos peninsulares tuvieron repercusión americana, por ejemplo el de la perjudicial sombra del nogal, ancestral creencia causante de la expresión ‘tener peor sombra que una noguera’, viva en hablas aragonesas y que hacia 1780 figura en décima compuesta contra don Martín de Mayorga, virrey interino, a cuyo supuesto mal agüero se atribuyeron hambrunas y epidemias: "pero heres como el nogal, / que él a nadie le haze mal, / pero tiene mala sombra". El mito de un apóstol Santiago favorecedor de los españoles en la batalla, hizo que indios del Perú llamaran ‘santiago’ al ‘rayo’, por el estruendo y fuego de los arcabuces, con preciosas y precisas citas en la crónica de fray Martín de Murúa (hacia 1611). Y la veneración de la Virgen del Pilar, una de las principales en el Nuevo Mundo, enriquecería la onomástica femenina, así en el gauchesco de Ascasubi: "Velay, ‘Pilar’, la porteña, / linda de nuestra campaña, / bailando la media caña…", o en la jota que se canta a la Patrona de la chilena Rinconada de Silva: "Es la Virgen de la Ermita / la que más altares tiene, / porque no hay rinconadino / que en su pecho no la lleve" (Plath, 1996).

Las huellas de España en América son incontables; aparecen en los asentamientos urbanos de época virreinal, en la arquitectura, en el trato personal y social, en las costumbres alimentarias, en los nombres de animales por su origen y en elementos de la flora (rosa de España o de Castilla). ‘Castilla’ es el idioma español para indígenas de varios países, oportunamente lo verificó Manuel Alvar en el caso mexicano. El mismo transplante agrícola por doquier las descubre, así en la dieciochesca ‘Descripción de California’ de nuestro Íñigo Abbad y Lasierra, en cuanto a la producción de "caña de azúcar, viñas, olivos, trigo", aragonesismo incluido, "robles y pinos ‘disformes’" (enormes), sin registro académico, con su observación de que "los vinos han salido de tan buena calidad como los mexores de Europa". El mismo nombre de la metrópoli es usual en Cuba en la locución sustantiva ‘España en llamas’ (bebida alcohólica compuesta por sidra, hielo y ron cubano), y su gentilicio ‘españoles’ designa a nicaragüenses de la costa del Pacífico (‘Diccionario de americanismos’). Y la toponimia ultramarina sembrada está de formas trasladadas del viejo al Nuevo Mundo, también desde Aragón, con el excepcional ejemplo de su onomástico capitalino, hecho nombre común (‘zaragoza’ y ‘zaragozo’) en Colombia, Venezuela y Chile.

Juan Antonio Frago es catedrático emérito de Historia de la lengua española de la Universidad de Zaragoza y académico correspondiente de la RAE

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