Director de HERALDO DE ARAGÓN

La Romareda, segunda parte

Así será la nueva Romareda en Zaragoza
La Romareda, segunda parte
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El arquitecto César Azcárate, padre del proyecto de la nueva Romareda, fue claro en su entrevista en HERALDO: si se jugara fuera del estadio, se ahorrarían hasta dos años de obras.

Aceptando tiempo como sinónimo de dinero y seguridad, el Ayuntamiento de Zaragoza se ha puesto a buscar una alternativa que, una vez descartados los desplazamientos a Huesca o Logroño, permita que los aficionados sigan viendo al equipo sin necesidad de salir de la capital. Trabajar sin interrupciones y sin los requisitos de seguridad que implica la convivencia cada quince días con los partidos oficiales puede permitir, además de mayores garantías para la sede mundialista, la colocación de la primera piedra de la Ciudad Inteligente del Deporte.

La alcaldesa Natalia Chueca sabe que facilitar las obras, eliminando incomodidades de una zona tan crítica como tensionada descrita por un campo de fútbol, un hospital, la línea del tranvía y una de las principales vías de entrada al centro urbano, supondría una rebaja en varios grados del malestar que, antes o después, terminarán expresando vecinos, pacientes y aficionados. Bajo esta premisa, el gobierno municipal estudia levantar un campo provisional con unos 20.000 asientos que cumpliría tres funciones: aliviar parte de la tensión de las obras, servir de posible base para el futuro segundo estadio que la FIFA exige a Zaragoza para convertirse en sede del Mundial 2030 y reflejar el arranque de la promesa electoral de Chueca relativa a la construcción de la Ciudad del Deporte. Puede que, ofrecido todo de una vez, este triple planteamiento resulte en exceso indigesto para los miembros de la sociedad responsable de la construcción de la nueva Romareda, en especial sabiendo que el campo provisional atiende a necesidades no por todos compartidas, pero los plazos describen una urgencia que pondrá a prueba la capacidad de persuasión de la alcaldesa.

Con el proyecto del nuevo campo ya encarrilado, queda por resolver la posible celebración de los partidos de liga en un estadio provisional, una alternativa que aceleraría los plazos de ejecución y garantizaría un sustancial ahorro económico

El calendario corre mientras aparecen nuevas exigencias pendientes de que se definan en detalle los aprovechamientos terciarios del futuro estadio. Conocido el presupuesto (180 millones, IVA incluido), sin descontar el posible ahorro que implicaría cualquier ajuste, queda por aclarar el modelo de sostenimiento económico. Es decir, de dónde y cómo se logrará la rentabilidad necesaria para complementar los ingresos generados por las más de 43.000 localidades (10.000 más de las actuales) que, en domingos alternos, podrán ocuparse. Asegura Azcárete que el aforo "es muy adecuado para cualquier estadio de una ciudad europea", aunque este número de butacas no deja de establecer un límite para albergar grandes eventos deportivos. En 1957, fecha de inauguración de La Romareda, Zaragoza contaba con 250.000 habitantes y Aragón poseía una población de 1.100.000. La proyección que fija el INE para el Aragón de 2037 es de 1,4 millones. Al margen del interesante dato que revela cómo se ha venido repartiendo la población aragonesa desde los años sesenta, con un claro vaciamiento del territorio en beneficio de la capital, queda la duda de si las proyecciones demográficas (la capital cuenta en la actualidad con 700.000 habitantes) no dejarán pequeño el nuevo estadio.

Sea como fuere, lo importante ahora es construir el coliseo lo antes posible, con la confianza de que el Real Zaragoza recupere, más pronto que tarde, el lugar que le corresponde en la Primera División.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Mikel Iturbe en HERALDO)

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