Por
  • José Ángel Bergua

La ceguera de Europa

La ceguera de Europa
La ceguera de Europa
M. STUDIO

El mundo actual, con todos sus problemas, es en gran medida resultado de la ceguera con la que los europeos han paseado su espíritu conquistador por todos los continentes. 

En el caso de África, a las primeras incursiones para obtener materias primas pronto sucedieron otras, más lucrativas, destinadas a capturar esclavos. Para ello fue necesario que no se los considerara humanos. Por eso, Hume decía que "los negros son por naturaleza inferiores a los blancos", Kant atribuía al color de la piel la evidencia de la capacidad de raciocinio, Hegel consideraba que el africano carecía de razón y, por lo tanto, de ética o moralidad, y en Marx encontramos un sospechoso silencio al hablar de los nativos de ultramar. Dicen algunos intelectuales africanos contemporáneos que Europa sólo pudo concebir sus Luces, su Razón y su Humanismo proyectando en África y en los negros la irracionalidad, el salvajismo y la oscuridad.

Más habitual ha sido que los europeos de hace unos siglos no vieran a las gentes de los territorios que conquistaban. Por eso, en 1824, el Tribunal Supremo declaró deshabitadas las tierras australianas de Nueva Gales del Sur y unos años más tarde el gobernador afirmó que aquel territorio había estado "vacante" antes de que la Corona británica tomara posesión de él. Participando de esa misma mirada, en Argentina, entre 1878 y 1885, el general Roca lanzó su "conquista del desierto" y se hizo con el sur del país a la vez que exterminaba a los indígenas.

Del mismo modo, los orígenes de lo que hoy es el Estado de Israel deben remontarse al sionismo de finales del siglo XIX, que impulsó la creación de un hogar nacional para acoger a los judíos en la ‘tierra prometida’, importándoles entre poco y nada que allí hubiera palestinos. El problema es que, después de la Segunda Guerra Mundial, en 1948, la ONU hizo realidad esta aspiración al entregar a Israel parte del antiguo protectorado británico, causando el éxodo de 700.000 palestinos. Gran parte del conflicto palestino-israelí proviene de esa mirada que hunde sus raíces en la interesada ceguera de Europa, tan parte de su esencia como la democracia y el capitalismo.

La creación del Estado de Israel, con absoluta indiferencia hacia la población palestina, es una muestra más de la ceguera de los europeos hacia otros pueblos

Por eso, tras el millar de muertes que provocó la incursión de los milicianos gazatíes en octubre del 2023 y la desproporcionada respuesta israelí, el conflicto se ha vuelto imposible para la imaginación de Occidente. El último ejemplo de ello fue su posicionamiento en la demanda por genocidio interpuesta por el gobierno de Sudáfrica contra Israel ante el Tribunal Internacional de La Haya. Mientras el sur global se mostró claramente a favor, la mayoría de los países europeos se desmarcaron de la iniciativa con excusas incomprensibles. La resolución provisional posterior del Tribunal dando parcialmente la razón a Sudáfrica ha colocado a Europa definitivamente fuera de los valores que dice defender y sin credibilidad ni capacidad para colaborar en la resolución de un conflicto que ella misma contribuyó a crear.

En efecto, la colocación del Estado de Israel en Palestina fue un despropósito político de la ONU que, en gran medida, los vetos norteamericanos y británico a cualquier resolución que incomode a Israel no cesan de empeorar. Por otro lado, la negligencia del Reino Unido al retirarse de su antiguo protectorado dejándolo dramáticamente dividido solo es comparable al abandono del pueblo saharaui que realizó España y su incapacidad posterior para enmendarse. Toda la historia de las relaciones de Europa con las tierras y gentes de otros continentes está impregnada de esa misma mezcla de ceguera, incompetencia y poder. Una combinación letal.

José Ángel Bergua es catedrático de Sociología

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