Gestionar el patrimonio cultural desde la dirección correspondiente en el Gobierno de Aragón suele resultar una tarea ingrata. Aunque pertenezcas al ‘sector’ y se te supongan la sensibilidad y los contactos, como es el caso de quien ahora ocupa el cargo, Gloria Pérez, que ha estado décadas implicada como arqueóloga en el conocimiento del yacimiento de Aratis, en Aranda de Moncayo, donde se produjo el famoso expolio de los cascos celtíberos que acabaron dispersos por Europa. También su antecesora, la historiadora Marisancho Menjón, venía de una larga trayectoria en el estudio y promoción de los bienes histórico-artísticos, y no se libró de frecuentes críticas mientras ocupó el despacho.

Más allá de las habilidades de cada cual, el trabajo siempre es ingente y muy complicado porque se suceden los gobiernos y sigue pendiente el alcanzar unas condiciones generales en lo relativo al patrimonio aceptables, sobre las cuales avanzar. Porque aquí se habla todavía más de pérdidas que de recuperaciones.

Se vive en una situación de alerta permanente y entre las alarmas más recurrentes están las que llegan de la Lista Roja de bienes en peligro de desaparición que prepara la asociación Hispania Nostra, en la que Aragón ocupa uno de los primeros puestos entre las comunidades españolas, para mal. Se la ha criticado por inexactitudes o falta de actualización, pero, mientras el compromiso de la Administración autonómica sea tan insuficiente, esta herramienta de denuncia y participación social mantendrá su mucho valor.