Por
  • Eva Cosculluela

Cryptosporidium

Así es el parásito que ha provocado el brote de gastroenteritis en Tarazona
Cryptosporidium
Ministerio de Sanidad

A mitad del siglo XIX, la comunidad científica se dividía entre los ‘contagistas’, que defendían que algunas enfermedades como el cólera se transmitían por contacto directo de un individuo a otro, y los ‘miasmáticos’, que consideraban que se transmitían a través del aire, de los ambientes insalubres y viciados.

En 1854 hubo una terrible epidemia de cólera en Londres. Las autoridades, miasmáticas, no lograron controlarla y más de 1.300 personas murieron durante la primera semana. Fue el anestesista y epidemiólogo John Snow quien intuyó que tenía que haber un agente externo, como el agua de la fuente de la que los vecinos afectados bebían, que favoreciera la transmisión. La clave para resolver esta investigación detectivesca estuvo en su colaboración con el párroco del barrio, que conocía a sus habitantes uno por uno y estaba al tanto de sus hábitos y movimientos. Cruzando la medicina con la sociología demostraron que era el agua, captada de una zona del Támesis muy contaminada, la responsable de la epidemia.

Esta investigación, que supuso un antes y un después en la historia de la medicina, la cuenta Steven Johnson en el fascinante libro ‘El mapa fantasma’ (Capitán Swing), y pienso en ella cuando leo la evolución de la epidemia de gastroenteritis que tiene a varios pueblos zaragozanos sin poder beber agua del grifo desde hace un mes y que ha dejado más de quinientos contagiados con el fastidioso ‘cryptosporidium’. Será necesario cruzar todos los datos para dar cuanto antes con la solución.

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