Por
  • Eva Cosculluela

Justo y Soledad

El acoso escolar produce a las víctimas un intenso sufrimiento.
El acoso escolar produce a las víctimas un intenso sufrimiento.
Anemone 123 / Pixabay

Esta semana hemos conocido la historia de Justo, un hombre de sesenta años enfermo de cáncer que ha saltado a las noticias al visitar al director de la prisión de Alhaurín (Málaga) para pedirle que lo internara en la cárcel. No ha cometido ningún delito y no quiere hacerlo. El motivo para esta estrafalaria petición no es otro que la soledad: Justo no tiene a nadie cerca, sentirse tan solo le ha provocado una depresión y tiene miedo de que le pase algo y no haya nadie a su lado para ayudarlo.

La soledad no deseada es una epidemia que se extiende silenciosa, invisible, y que atrapa ya a más de cinco millones de personas en España. En Holanda, la cadena de supermercados Jumbo ha puesto en marcha unas «cajas lentas» para que quien lo necesite pueda estirar un poco el tiempo allí y conversar un poco con los cajeros sin escuchar al resto de la fila rechistando porque tarda en llenar sus bolsas. En Francia, funciona desde hace años un programa en el que los ancianos que lo solicitan reciben diariamente una breve visita del cartero, que aprovecha su ruta diaria para estar un rato con ellos. Son las únicas palabras que muchos cruzan en todo el día. En Reino Unido, el Gobierno de Theresa May puso en marcha el Ministerio de la Soledad y aportó un estudio que apuntaba que esta soledad causaba un efecto en la salud similar a fumar quince cigarrillos al día.

En la era de la hiperconexión estamos más solos que nunca. La increíble historia de Justo ha venido a recordárnoslo.

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