Por
  • Alfredo Compaired Aragüés

El arte de gobernar

Diálogo o polarización
Diálogo o polarización
A. Donello

Según las teorías sobre el origen del mundo, encontramos la polarización ya en el ‘big-bang’. El universo concebido como un todo, con estrellas y galaxias en formación, nos ayuda con su luz polarizada a entender algunos de los descubrimientos astrofísicos más importantes, pudiendo estudiar tanto el polvo como las galaxias.

Pero la polarización, como metáfora, es también un fenómeno presente en lo político y en los múltiples análisis de la realidad sociológica. De ahí la histórica lucha de clases, con profundos conflictos en las sociedades de todos los tiempos, sociedades antagónicas, con marcadas diferencias personales y sociales; algo tradicional y casi normal en las sociedades desde su origen.

Encontramos a unas pocas personas con muchos privilegios y, al mismo tiempo, un número masivo con escasa o mala calidad de vida, sin derechos y con muchas obligaciones, lo que genera división social. Un fenómeno muy peligroso, al negar cada grupo la postura del grupo opuesto, pudiéndose originar así situaciones de violencia.

A nivel mental tendemos a pensar que solamente nosotros tenemos razón y no el otro, negando la posibilidad de un consenso. Por tanto, de ahí nace la necesidad de que haya un constructor de puentes para afrontar los conflictos sociales, logrando reconciliaciones en las posiciones aparentemente irreconciliables de la vida.

Las causas de la polarización son complejas y multifactoriales en los polos antagónicos, con diversidades políticas, económicas, culturales, sin olvidar el cambio tecnológico, la globalización, lo demográfico o las crisis económicas y financieras, creándose profundas desigualdades.

En nuestro país, la polarización no solo se refleja en posturas más o menos conservadoras o progresistas, sino también en la cuestión territorial, que ha aumentado en gran medida en este siglo, con notable influencia en la gobernanza. Frecuentes son las injurias y descalificaciones en el Congreso de los Diputados, con improperios, anatemas, cordones sanitarios, abriéndose nuevamente la brecha entre las dos Españas, la de Machado y la de Goya; antes, absolutistas y liberales; ahora, conservadores y progresistas, no poseyendo unos y otros la verdad y la mentira totales.

Diferente fue nuestra Carta Magna del 78, redactada en colaboración por los diferentes partidos políticos, fruto de un pacto laborioso, frente a las diferencias actuales. La ley de los opuestos es uno de los grandes principios de la vida, siendo necesario que aparezca lo opuesto; más que bloqueo, es una puerta abierta, pero aparece como cerrazón y exclusión entre conservadores y progresistas actuales.

Es más que lamentable que algo tan importante como el sistema educativo haya sido, desde la democracia, arma arrojadiza entre conservadores y progresistas, incapaces de lograr un acuerdo. El pacto de Estado no ha sido posible. Nuestros gobernantes no han sido ni son capaces de alcanzar un enriquecimiento conjugando los opuestos, lección que difícilmente podrán ya aprender. Importa la oposición y no la conjunción, como sucede entre el día y la noche, entre el hombre y la mujer. La asignatura pendiente es el arte de gobernar. Importa gobernar, no que haya un buen gobierno.

Alfredo Compaired Aragüés es escritor

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión